domingo, 18 de octubre de 2009

EL ANTIGUO MONASTERIO-CONVENTO DE LOS MÁRTIRES

Monasterio de los Mártires grabado


Grabado de la época en el que se ve la fachada del Monasterio que daba al río y parte del Molino de Martos.

La zona de la Ribera, en los aledaños del Molino de Martos, forma parte de la historia profunda de la ciudad por muchos motivos. En un rincón cercano al molino estuvo situada la Puerta de Martos, del Sol o de las Siete Menas (por la torre cuadrada que tenía la muralla en el lugar). Desde esta última corría el lienzo de la muralla de la ciudad hasta la torre de las Siete Esquinas, torre octogonal, en la esquina del Campo de Madre de Dios, frente a dónde hoy en día está ubicado un cuartel de la Policía Nacional. Esta torre ochavada fue castigada con bastante dureza, digamos que herida de muerte, por el terremoto de Lisboa de 1755, y cuyos efectos se hicieron notar con fuerza en nuestra ciudad, herida que obligó a derruirla. Entre el Molino de Martos y la mencionada torre de las Siete Esquinas estaba ubicado el Monasterio de los Mártires. Cuenta la leyenda que en ese lugar estuvieron enterradas las primeras personas que habían muerto por el cristianismo en el siglo cuarto, Acisclo y Victoria. No vamos a entrar en la disquisición de la verdad o no de los hechos, posiblemente alterada en demasía por el transcurso del tiempo, la escasa o casi nula documentación, la manipulación intencionada de ellos, etc. No es intención cuestionar eso.

Pues bien, una vez aclarado este extremo, y siguiendo con la leyenda, dice la tradición que en tiempos de Diocleciano, siglo IV, se dio muerte a unas personas jóvenes, Acisclo y Victoria que fueron enterradas por una ama suya, en la orilla del río, precisamente en el lugar donde hasta hace pocos años existió una fuente, que llamaron Fuente Clara, y un lavadero, al que se accedía por una puertecilla en forma de arco, que estaba abierta en una pared cercana al Molino. En ese lugar o cercano a él ocurrió en nuestros días un asesinato de un joven.

 Dibujo de Wingaerde

Grabado de Wyngaerde 1567 en el que detalla el edificio del Monasterio la torre de las siete esquinas y el Molino de Martos.
En el lugar donde se supone estaba el enterramiento citado de los jóvenes mártires, se construyó un Monasterio llamado por ello de “Los Mártires”, dónde la leyenda cita que se depositaron las reliquias de los citados cristianos. El monasterio fue consagrado por el Obispo cordobés Osio, en una de sus visitas a Córdoba. Allí se supone estaban los cuerpos de Acisclo y su hermana Victoria. Hemos de recalcar que todo esto forma parte de relatos orales de la época, a lo largo de generaciones sin una base documental fidedigna. Hasta se ha cuestionado de si eran dos o una las personas citadas. Parece ser que un trozo de texto incompleto referido a Acisclo, contenía la palabra victoria pero pudiera haber querido decir la victoria de la fe cristiana de Acisclo sobre sus perseguidores. Era época de una gran necesidad de mártires, que ayudaran a la propagación y publicitación del cristianismo y todo cuanto lo rodease. Por ello la duda de si se inventó también una mujer para emparentarla, hermanándola, del mismo modo que lo hizo la censura en la película Mogambo. Por ello reiterar que nos movemos en terrenos complicados de creencias religiosas y de fe, cuya principal característica es no cuestionar lo que las autoridades religiosas afirman.

Grabado de Gedson


Grabado de Gedson de finales del siglo XVIII, en el que se ve el Monasterio y detrás la Iglesia del Convento de Madre de Dios.

Parece ser que en el mencionado templo fueron sepultados también; San Perfecto; San Sisenando; San Argimiro y las cabezas de Santa Flora y María. A partir de ahí se generó un tráfico celestial de restos óseos (reliquias) por todas las iglesias de España, en un tiempo que eran muy necesarias por la expansión de las mismas. La Iglesias para que pudieran ejercer tenían que estar consagradas y eso consistía en que debían tener debajo de su piedra de ara la reliquia de un santo. Hubo un momento de la historia en la que la escasez de reliquias, hizo aprobar por las autoridades eclesiásticas que también era reliquia lo que se pusiese en contacto con las auténticas, y adquirían la categoría de reliquias otras que no lo eran. Era una especie de trasmisión por contacto de la santidad necesaria. Los no creyentes podemos escribir libremente, porque al carecer de la fe tenemos la capacidad de dudar y cuestionar muchas cosas.

 Torre de las siete esquinas


Grabado de Baldi siglo XVII, a la izquierda la torre de las siete esquinas, a la derecha la torre albarrana y delante un lugar de picota antes de entrar a la ciudad.

Ambrosio de Morales se hizo enterrar en el Monasterio. Este escritor fue monje jerónimo y un cronista muy especial. Su grado de religiosidad le llevó a querer castrarse con la tapa de un baúl para evitar las tentaciones que tenía normalmente, y lógicamente diría yo, cosa que no consiguió pues los alaridos terrenales que daba hicieron acudir a su padre que era médico e impidió que se desangrara. De eso no murió, pero le obligo a convivir con las tentaciones humanas.

Una pequeña lápida azul en su portada, parece que fecha que era lugar de culto el monasterio en el 987, año del califato. Cuando Fernando III, en el siglo XIII, entró en la ciudad, a D. Lope de Abad -luego Obispo Fitero-, le fue encomendada la custodia del edificio, que entonces se ocupó por la Orden del Cister. El abandono a que estaba sometido y su deterioro progresivo hizo que, en tiempos de Fernando IV, éste facilitara fondos para su restauración. En 1531 sólo quedaban en la comunidad dos monjes cistercienses. Coincidió que los dominicos de ScalaCoeli querían abandonar el suyo y trasladarse a la ciudad, quejándose de que el lugar de la sierra donde estaban era enfermizo (¿?). Como los cistercienses querían marcharse a otro monasterio más poblado, el Obispo Fray Juan de Toledo, con el plácet del Comendador de los Mártires D. Pedro de Castilla, obtuvo el correspondiente permiso y se realizó el cambio de comunidad, que fue refrendado en bula papal por Clemente VII, en 28 de abril de 1531, traspasando a los dominicos los bienes y derechos pertinentes, dejando estos abandonado Scala Coeli. Un conflicto judicial entre la orden dominica convino que los dominicos de San Pablo se fuesen a Scala Coeli y los de los Mártires indemnizaran a los primeros con 30.000 maravedíes, que fueron empleados en la reforma del lugar serrano, dirigiendo la reforma Fray Luís de Granada.

 Puerta de Baeza y torre albarrana


Grabado de Baldi, siglo XVII, Puerta de Baeza, lugar de picota y posiblemente de ejecuciones de la Inquisición, convento de Madre de Dios y entrada a la ciudad.

En 1570, cuando Felipe II trasladó la corte a Córdoba durante unos meses, visitó la iglesia. Recorrió el templo desde la puerta hasta el lugar del sepulcro de rodillas, dando muestras de esa religiosidad exacerbada que tenía, y porque no justificando su natural hipocresía, por lo que les remito a leer “El Tribunal de la Sangre” de Ortega y Frías, donde detalla la alta dosis de cinismo del Austria. El monarca contribuyó a la reconstrucción del monasterio que estaba casi derruido. Esta es una tónica de la Institución religiosa, no mantener los edificios para que luego el Estado, con los dineros de creyentes y no creyentes repare. Eso está ocurriendo a lo largo de la historia y en nuestra ciudad tenemos un claro ejemplo de ello en el Convento de Santa Clara, cuyas religiosas han recibido de la Gerencia de Urbanismo y del Ayuntamiento de Córdoba ofertas para dejar el convento y nunca les han parecido suficientes.

 Plano de 1811

Plano de 1811. Molino de Martos, Puerta del Sol y ubicación del Monasterio.
En la citada restauración o edificación por el estado en que se encontraba, se edificó también la capilla, cuya dirección ostentó Ambrosio de Morales, se cubrió el sepulcro de piedra tosca, de madera noble, se pintó de blanco y se adornó de motivos dorados, hecho que hizo que Fray Martín de Roa criticara la ostentación en una de sus obras. En las reformas participó también el Prior Fray Sebastián Aranda.

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 Plano de 1851

Plano de 1851, lo mismo que el anterior, todavía está el monasterio señalado.

Se suscitó una cuestión sobre unas reliquias que habían sido descubiertas en San Pedro, pues figuraba el nombre de Acisclo en un mármol que las cubría, y surgió la duda de que no eran las que se custodiaban en los Mártires. Lo cierto es que todas estas cuestiones son normales, cuando no hay hechos corroborados y todo se basa en leyendas interesada y posiblemente manipuladas.

 Plano de 1884

Plano de 1884, ya está el Monasterio derribado, convertido en la Ronda de los Mártires y señalado el lugar de la pequeña Ermita actual.

En una época reciente, en las últimas etapas de la vida del Monasterio de los Mártires, antes de su definitiva desaparición física, contamos con una detallada descripción del mismo. Dicen que estaba compuesto de una espaciosa nave, de coro alto, con una cubierta artesonada pintada de labores moriscas. Su capilla mayor era dónde estaban enterrados los Condes de Torres Cabrera, cuyo patronato se celebró en 1594 entre la comunidad y un familiar ascendiente de estos, D. Juan Díaz de Cabrera. Tenía un hermoso retablo, en cuyo centro estaba situado un cuadro de Juan Luís Zambrano, con el motivo del martirio de San Acisclo y Santa Victoria. En la entrada, en el arco principal, había dos ángeles sujetando unas lámparas que se dice son los que ahora están en la Iglesia de San Rafael. Otro gran cuadro de Pablo de Céspedes, que representaba a San Pedro estaba colgado en una de las paredes del cuerpo principal. Los dos cuadros los recuperó después la casa de los Condes de Torres Cabrera.
 Plano Capilla actual
Plano de la capilla actual

El convento era pequeño, tenía un patio combinado, de estilo árabe-mozárabe con grecorromano. Estaba rodeado de una arquería latina de dos cuerpos, el primero de capiteles dóricos y el segundo el alto, árabes, con un antepecho de azulejos de relieve. La parte que daba al río, que era donde estaba el sepulcro, estuvo varios años abandonada. Tenía una portada de ladrillo que su descripción figura como juguete arquitectónico, en la obra Recuerdos y Bellezas de España.

Entre 1820 y 1823 se vendió el edificio a excepción de la Iglesia. En 1836 se quedó otra vez sin moradores. Se cerró la Iglesia al culto. La Hermandad de Ntra. Sra. del Rosario que ocupaba una capilla se trasladó a San Nicolás de la Ajerquía en la Ribera. Sirvió de almacén de maderas, teatro de aficionados y algunos usos más. El abandono hizo que primero se cayera la torre, y luego la capilla del altar mayor. El Ayuntamiento le compró al Estado la Iglesia y a un particular el convento para ser derribado y prolongar el Paseo de la Ribera hasta Campo Madre de Dios. En esas fechas se tapió la Puerta de Martos.

 Foto Capilla Actual

Postal de primeros del siglo XX con la Ermita cerrada con la verja exterior.

Aquel edificio contuvo hasta 1844 las cenizas de Ambrosio de Morales en un sepulcro costeado por el Obispo Sandoval, y luego se trasladaron a la Colegiata de San Hipólito. La Inquisición cordobesa celebró en él su primer auto de fe. Nunca pasó de veinte personas la comunidad que lo habitó. En ella tomaron hábito o residieron algunos notables, por citar a uno diremos que Fray Antonio Anguita (que no es pariente, creemos de D. Julio), que escribió el libro “Justificación del título de cabeza y pariente mayor de la esclarecida y nobilísima familia de los Córdoba en la persona de D. Luís Fernández de Córdoba, Marqués de Valenzuela”, obra impresa en Córdoba en 1651 y con un título en cinemascope.

Una vez derribado el Monasterio o Convento de los Mártires, se procedió a prolongar el Paseo de la Ribera, desde el Molino de Martos hasta Campo Madre de Dios, denominándolo Ronda de los Mártires. Una reja que tenía se trasladó al callejón que lleva a la puerta del Evangelio de San Pablo. Se trató también de llevar a efecto una promesa del Consistorio con la ciudad, efectuada en 1861, de construcción de un monumento a los Mártires que supliera el antiguo convento. En principio se pretendió aprovechar un monumento a San Rafael que había en la plaza de San Hipólito, sin embargo dificultades técnicas lo desaconsejaron, y se optó por construir una modesta capilla cuyos planos se acompañan y están fechados el 22 de marzo de 1880. Según presupuesto costaría unas veinte mil pesetas. En noviembre de 1881, una vez concluidas las obras se le añadió una verja de hierro y un jardín. Se plantaron álamos a su alrededor y se pusieron algunos asientos. Decía el Diario Córdoba de 17 de abril de 1883: “Mucho ha ganado el sitio donde estuvo anteriormente la Puerta del Sol con la creación y apertura de la hermita(sic) de los Mártires. La instalación del jardín que la rodea y el paseo inmediato, uno y otro perfectamente cuidado, llevan sobrante concurrencia en los días festivos”.

En nuestros días el entorno volvió a sufrir reformas, primero con la reparación de la N4 en los setenta. Frente a la Ermita había una empresa de reparación de neumáticos, Vulcanizados Cuevas, y su lugar de trabajo antes de la reforma de la carreta nacional, eran los arcenes de la misma, luego utilizaba para los grandes tractores o maquinaria pesada un llano a la derecha de la ermita, pues como curiosidad parece ser que solicitó le dejaran una conducción bajo la carretera para que pudiera utilizar el compresor en aquel lado, lo que no podemos precisar es si ocurrió. En ese lugar tenía su “calle”, y empresa “La Paquera”, que ejercía el oficio más antiguo del mundo. Se daba la circunstancia que era un lugar oscuro, solitario y de aparcamiento de grandes camiones. En los primeros años de la década de los noventa, con motivo del traslado de la Feria de mayo al Arenal, se llegó a un convenio con la empresa que gestionaba el Centro Comercial, para a cambio de poder abrir ellos durante la semana de la Feria, construyesen los accesos al recinto ferial, lo que es hoy Avenida del Compositor Rafael Castro. En un tiempo record, dos semanas y por unas decenas de millones, la Ermita de los Mártires quedó en una isla, rodeada por ambas vías de acceso y salida del Arenal, esto no acarreó costo alguno al Ayuntamiento pues lo sufragó íntegramente el Centro Comercial. Fue sin embargo criticado el Ayuntamiento por los ciudadanos que decían que siempre última hora se acordaban los arreglos de la feria, sin saber que a última hora el pueblo de Córdoba se había ahorrado un dinero y tenía un acceso mejor que el que disfrutaba entonces, fruto de las gestiones del Área de Seguridad y Tráfico. Posteriormente la Gerencia de Urbanismo deshizo el trazado y realizó el que ahora está.


Bibliografía:
Córdoba en el Siglo XXI, modernización de una trama histórica.
Córdoba Burguesía y Urbanismo.
Paseos por Córdoba. T. Ramírez de Arellano
Diario Córdoba.
Otras fuentes.

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