sábado, 24 de julio de 2010

NUEVAS TECNOLOGÍAS Y VISITANTES NOCTURNOS

El anticucarachas de última generación

En casa de vez en cuando, se nos presenta algún visitante nocturno, emigrante extranjero, que cuando se enciende la luz de la cocina se convierte en olímpico y como una exhalación desaparece. Algunas veces con escoba cercana, ésta le ha caído encima antes de su desaparición, aunque el arma no es letal cien por cien, no lo es ni la radioactividad -soportan hasta nueve veces la de Álamo Gordo-, pero sí sin embargo, el cuarenta y cinco acaba radicalmente con ella, si se descarga en su totalidad, y no me refiero al cuarenta y cinco de Samuel Colt, sino al de Segarra.

Curiana de las nuestras

Creo que no hace falta ser más explícito, me estoy refiriendo a las cucarachas. Esa especie extranjera que ha desplazado a nuestras curianas de toda la vida -curianas porque parecían curas-, siempre las especies invasoras ocupando el territorio de las oriundas más prudentes, como el Black-Bass, los Sirulos, o los mejillones cebra del Ebro, u otras. Eso sin entrar en el reino vegetal, que no se por qué no se llama la República vegetal.

Cucaracha yanki

Pues bien, después de hablar con un amigo eché mano de la tecnología punta, y decidí adquirir un artilugio generador de una radiofrecuencia o ultrasonidos que se supone les molesta, más o menos como el chiste del moscardón y la siesta, aquel moscardón que molestaba a un señor y no podía conciliar el sueño reparador con su zumbido, hasta que en un plisplás, lo cogió y cerrando ambas manos ahuecadas sobre él, y arrimando su boca al hueco entre los pulgares le dijo:

– ¡Ahora te vas a enterar lo que es una siesta con moscardón! –Y empezó a hacer– ¡¡Uuuu, uuuu, uuuu!! -Imitando el zumbido del díptero.

El artilugio de última generación ha estado dando su resultado apetecido durante un par de semanas. Todos los días le decía a Conchi, sin disimular mucho el natural orgullo y satisfacción por una compra positiva, vamos por haber solucionado el problema:

– ¿Parece que esto va bien, no?

-Pues sí, parece que sí. –contestaba sin mucha fe pero rindiéndose a la evidencia.

Pero no, mi gozo en un pozo. Esta mañana al acercarme al fregadero, en el intervalo de cebado del flúor del fluorescente, allí estaba, calculo que de unos cinco centímetros de talla y uno y medio de cintura, con unas antenas largas que parece ser no captaban las ondas malditas. Movió las antenas varias veces, yo estaba como Don Tancredo, inmóvil, no se vayan a creer que sin móvil que sí, pero me refiero a quieto. Ella hizo un amago de ir hacia el fregadero, lentamente yo seguí igual, observándola, y creo que ella a mí como se observaban en el desierto de Almería dos pistoleros de un “spaghetti western”. La noté algo titubeante. Trataba desde luego de justificar los prodigios de la técnica sin más. Me había jodido el invento y el orgullo pero… ¿sería Gregorio Samsa, protagonista de la novela de Kafka “La metamorfosis”? Pero que estupideces estoy pensando. Estaba lenta de reflejos, sí, y a mí no me daba tiempo ni de coger la escoba, ni de saltar sobre ella, por el riesgo de caerme y liarla.

El Flit

Está vez parece que levantó la cabeza y se frotó las patas delanteras, a mí me pareció que me hacia un corte de mangas. Yo tranquilo, era consciente de mis limitaciones físicas y sobre todo de mí edad. Tranquilamente como el torero durante el paseíllo, basculando las caderas se metió debajo de un botellero natural –digo natural porque en verano está a cuarenta y cinco grados y en invierno a los que baje la columna de mercurio, es decir sometiendo a los caldos a la llamada gimnasia de las arterias-, entonces si puede alcanzar el “flit” –para los mayores todos los insecticidas son “flit”, ahora con las ventajas de carecer de bomba manual- y le “endiñé” una dosis de elefante por debajo del botellero, y otra más suave por encima. Retiré el botellero de la pared, le di unos golpes en esta ocasión con el cuarenta y cinco de Segarra preparado, pero no salió. Aproveché para barrer y fregar el sitio y comprobé que la dosis inferior fue para dinosaurio. Volví a arrastrar delicadamente el botellero a su sitio y situar el Tetra brik de Bodegas la Aurora encima. Ahora preparé un extensible y situé el emisor a ras del suelo, pegado al botellero, para aplicar la máxima dosis de radiación electromagnética, antes desde luego estaba detrás del microondas. Esperemos que entre el calor y el frio y las dosis de emisiones, los tintos y algún cava chabacano de regalo, no acaben de fallecer. Eran las seis y media de la mañana y me tenía que marchar, me esperaban las fotos de la calle de la Marquesa Vieja, antes de entrar al trabajo.

Aparato en el suelo

Por el camino me iba preguntado, que qué habría fallado. ¿Sería el lugar de emplazamiento? ¿Sería que se habían adaptado? Estos individuos llevan trescientos millones de años así. Tenía confianza en el vendedor, a Paquito, suministrador de componentes electrónicos de cabecera, de toda la vida prácticamente, le había preguntado:

-¿Paquito, y esto como va? Me lo ha recomendado Rafael Velasco y él está muy contento.

–Que te voy a decir yo, si estoy aquí para vender, si te digo lo que pienso no se vende la burra, lo mejor es el boca a boca que es el que te ha traído. –me contestó con una cierta lógica.

Y fue verdad, salvo la molestia del perro del maleducado del vecino de enfrente que ladra más de lo normal, achacable posiblemente a la molestia de los ultrasonidos –habla de veintitantos metros de radio de acción-, y un gato del piso de al lado que ya no se sale a la puerta, posiblemente por lo mismo, aún estaba orgulloso de la compra, como el ama de casa que vuelve del mercadillo con una prenda que no le va a servir pero está muy barata. De precio no he hablado ni hablo eso pertenece al secreto del sumario, faltaría más.

Epílogo

Cuando llegué al mediodía a casa, a por el sustento diario, me hice el tonto, pues lo contario hubiera sido reconocer el fracaso tecnológico. Seguía buscando explicaciones técnicas, “porsí”. Pero o bien el fino oído de Conchi, o el haber visto el extensible con el emisor de leed rojo intermitente radiando al lado el botellero en el suelo, o ninguna de las dos, porque la realidad fue otra, le hizo preguntarme como Gila, en plan indirecta.

-¿Ha habido hoy vista, no? –No cabía disimular.

-Sí, esta madrugada.

-Es que he visto como las hormigas, se estaban merendando una cucaracha, sólo le quedaba un ala. –Dijo.

-¡Coño! –Pensé- en hora y media escasa se han zampado cinco centímetros por dos de cucaracha radiada y con una dosis de “flit” considerable, eso no son hormigas “del señor” –las pequeñas rubias- sino la marabunta de Charlton Heston y Eleanor Parker. Pero lo importante es que tenemos unos aliados, y si les ha gustado la carne de cucaracha americana ya está, mejor, y seguro que el ala no, porque les resulta algo indigesta.

Afortunadamente no me criticó el artilugio de última generación, ni yo desde luego justifiqué nada, ya sabemos “excusatio non petita, acusatio manifiesta”, y como los santos tienen octava, y todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad, ya que nunca se garantizaba el cien por cien de eficacia, me volveré a leer la letra menuda de las instrucciones y a ver qué pasa. Aunque creo que el que no se consuela es porque no quiere, estimo que a este ejemplar le ha pasado como al león que en la selva, saltó el círculo de leones que escuchaban atento al violinista, que tocaba sin parar, por aquello de que la música amansa las fieras y se lo comió con violín y todo, provocando el comentario entre los demás:

-¡Joder, otra vez el sordo nos ha estropeado el concierto!

Pues eso, para mí es que este ejemplar es la SORDA de su familia. Esperemos que el resto sean finas de oído y que funcione el cacharro a pesar de las molestias al gato y el perro de la comunidad.


Orden: Dictiópteros, Familia: Blátidos, Especie: “Cucaracha Yanki”
Fotos: Algunas de la Web, las del artilugio del autor

7 comentarios :

ben dijo...

Estupendo y divertido tus aventuras
con las cucas,más o menos son las
luchas de todos con estos pobres
insectos.En mi caso,después de pro
bar con todo he pasado a la acción
directa,la escoba,como arma,escoba
zo directo y a la basura.Vamos sin
remordimiento de conciencia..."ben"

Paco Muñoz dijo...

Ben, pero si no se mueren con la escoba, yo no he visto mayor poder de resistencia a todo que tienen estas. No son muy listas desde luego. Salen siempre a la misma hora. Les molesta la luz, por eso lo hacen de noche, si ves alguna de día es está aún más despistada que la media. Y lo de la radioactividad es cierto, en caso de conflicto nuclear, todos entregaremos la cuchara y ellas tan campantes.
Una noche de invierno estuvimos comprobando el alcantarillado desde el paso nivel de las margaritas hasta el cementerio la Salud, por un vertido de gas oil de un depósito de la estación de Renfe, se levantaba la tapa de la alcantarilla y se metía un profesional con un gasómetro, y yo no he visto más cucarachas en todos los días de mi vida, las paredes estaban tapizadas de todas las razas y colores.
Creo que cuando no tiene que comer se comen entre ellas. Pero el misterio es que no por dónde entran. Llego a pensar que es por la ventana volando, porque está todo sellado, y cerrados con su tapón todos los desagües así como los aliviaderos, a riesgo de inundación por error, pero siempre a las cinco de la mañana aparece de vez en cuando una tonta a dar por el c...
Que le vamos a hacer.

Eladio Osuna dijo...

Paco,no sé si lo que te cuento es cierto o es una de esas leyendas urbanas. Parece ser que esas cucarachas grandotas y voladoras no son yankis, sino brasileiras. Y dicen que venían´sus huevos dentro de unas balas de algodón que desembarcaron en el puerto de Sevilla y estuvieron varios días en el muelle al sol. Allí eclosionaron los huevos y salieron los primeros ejemplares, que al ser nuevos en la plaza no tenían depredador, de ahí su rápida expansión Gualquivir arriba. Ciertamente, quizás por ser de aquel pais, son indolentes y cadenciosas, de ahí que sean fácilmente cazables con el zaptillazo de turno. las he visto, como tú en las alcantrillas por millares, pero también las he visto entre las regolas de los azulejos de la cocina o del cuarto de baño. Dicen que serían unos de los pocos sobrevivientes de un desastre nuclear. Así que no desesperes y ten fe en las nuevas tecnologías... y en el zapatillazo.
Saludos

Paco Muñoz dijo...

No lo sabía pero entra dentro de la lógica, y supongo que habrá estudiosos en la materia que lo habrán comprobado. Ya me extraño a mí el movimiento de caderas que lo asocie al toreo, y luego fíjate era más bien samba.

Mira hace unos meses llegamos a la casa y en la entradita –porque es entradita- había una en la pared pegada al techo, enorme. Utilice el arma reglamentaria para las alturas, la escoba, pero no sé si porque las escobas ya no son lo que eran o por su capacidad de aguantar todo no murió, le apreté desde abajo como si fuera un picador, la dejé hecha un guardacoches, se quedaron tres patas en el techo pegadas, cayó a una especie de mueblecito –por aquello de la entradita- por detrás, y no la volvimos a ver hasta dos o tres días después, casi en coma. Pero lo cierto es que no la vimos en el acto, retirada del mueble, despegar el espejo de la pared, mirar en las flores, nada, había desaparecido. Pero ahora estamos más esperanzados con las hormigas, vamos a hacer un pacto con ellas, las dejaremos que campen a sus anchas, e incluso les pondremos algo de migajas, eso sí sin que suban a donde no deben. Estas las apañan. En caso contrario pacto roto, polvos para las hormigas, para las hormigas, y zapatilla o “flit” para la brasileiras.

Un abrazo.

Talbanés dijo...

Hola Paco, yo nunca había visto esos cucarachones grandes, marrones y voladores hasta que fui a Ceuta al Servicio Militar en el 95. Yo estaba acostumbrado a las negras más pequeñas que siempre hubo en Talbania. Cuando me fui a vivir a Córdoba en el 2004 también pude comprobar que en mi bloque se ven de las "americanas". En el pueblo he visto alguna ya de esas, pero la mayoría siguen siendo de las de toda la vida. Un saludo!

Talbanés dijo...

por cierto, no te comas la cabeza por averiguar por donde entran porque vuelan y pueden entrar por las ventanas.

Paco Muñoz dijo...

Talbanés muchas gracias, eso pienso que pueden entrar por la ventana. Alguna vez hemos sentido un pequeño ruido en el cuarto de pila y al ir a ver era una señora rubia, tontorrona, y como dice Eladio brasileira, con ritmo de samba.