lunes, 25 de junio de 2012

GENOCIDIO, PAISAJE Y MEMORIA, DE SIMÓN NORFOLK

Tarjeta de la exposición

Una mañana de domingo que, después de visitar a un familiar cercano en un hospital, y de llevarte un disgusto, visitar a mi amigo Manolo, funcionario, que me dice tener un problema laboral, que le puede hacer perder su condición de funcionario municipal, a los siete años de su nombramiento. Inverosímil, funcionarios a los que sin pasar por la Comisión Consultiva del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, les quieren revocar un nombramiento, y dejarlos en interinidad. Una situación rara, muy rara. Pero todo es posible con las mayorías absolutas, esperemos que no se queden quietos y recurran lo que en primera instancia parece una arbitrariedad, por mucha sentencia del Supremo que tengan en la mano, procedente de una reclamación estimamos que justa desde luego.

Hermoso patio principal de la Casa de Góngora

Luego para acabar de empatar el domingo, visita a la Exposición, Genocidio, Paisaje y Memoria, de Simón Norfolk, nigeriano, de Lagos, pero educado en el Reino Unido, artista para mi desconocido, y pienso que para muchos, pero un excelente fotógrafo. Ya tuve la ocasión de ver la reseña de la exposición en Ars Operandi, una de las mejores web de arte que tenemos por nuestra ciudad. A una hora muy temprana, diez y poco de la mañana de domingo, en la Sala Galatea de la Casa Góngora, no había nadie, por lo que pude disfrutar, si se puede llamar disfrutar, el cierre del periplo dominguero de penas, con las duras fotografías de Simón Norfolk. En Irak, Afganistán, Líbano, Palestina, Bosnia y diversos campos de refugiados de distintos países del mundo, ha recogido unas maravillosas instantáneas denuncia del horror de los seres humanos. Pero bueno es el mundo que le vamos a dejar a las siguientes generaciones.


Simón Norfolk durante la recogida de uno de los muchos premios que tiene

Texto del comisario:

"Yo, la muerte, reino incluso en la Arcadia. Simón Norfolk, fotografía y memoria

En un tiempo y un espacio, el nuestro, el de las civilizaciones occidentales, donde la pérdida de memoria histórica amenaza con volverse absoluta, donde somos meros receptores de discursos mediáticos construidos con urgencia y esterilidad, la obra de fotógrafos como Simón Norfolk son, además de muchas otras cosas, indispensables para empezar a pensar un mundo que, por razones geopolíticas, es habitualmente intervenido con confusos objetivos, normalmente no bien explicados y con los correspondientes saldos humanitarios.

Las fotografías que se presentan en esta exposición corresponden a varios trabajos que Simón Norfolk ha venido produciendo desde el tristemente célebre 11 de septiembre. Fruto de aquel acontecimiento y sus consecuencias (hegemonía bélica de EE.UU., las guerras de Afganistán e Irak, etc.) surge una reflexión en torno a los conceptos de imperio, historia y memoria. Según la formulación de Norfolk, todo imperio en su momento de decadencia y desmoronamiento, deja detrás de sí las huellas de su esplendor, ahora convertidas en históricas ruinas. De la atenta mirada a toda esta arqueología se pueden sacar conclusiones válidas para la construcción de la memoria histórica.


Primera sala de exposición de la casa Góngora

Su obra se caracteriza por tener al paisaje como tema principal y desarrollar una meticulosa técnica basada en la obtención de imágenes con la tradicional cámara de placas. Sus imágenes muestran paisajes de espacios desolados o, frecuentemente, arrasados por la acción bélica del hombre. Escenas que encierran la capacidad de integrar elementos sensibles y a la vez desgarradores y que son, en definitiva, escenas llenas de dramatismo y belleza que muestran la destrucción y representan el eco de la muerte. La construcción de la imagen utilizando cánones que la ponen en relación directa con determinada tradición romántica que encuentra la belleza en la representación de cierta miseria, la frecuente ausencia de la figura humana, o la deliberada acción del fotógrafo de construir sus paisajes a partir de escenarios configurados en función de su aparente desorden, son algunos de los rasgos que mejor definen la obra de Simón Norfolk.


Otra sala de exposición de la casa de Góngora

La obra de Norfolk documenta fotográficamente los edificios, las calles vacías, los espacios devastados, orografías y restos de la acción bélica, en aquellos lugares donde se ha intervenido militarmente en los últimos ocho años. Son auténticos paisajes después de la batalla que delatan la barbarie y lo absurdo de la guerra.

El artista se enfrenta en su obra a un gran problema, a uno de los mayores conflictos éticos que encierra la fotografía que tiene como materia de trabajo los lugares que han sido víctima de la acción militar: el de cómo mostrar la belleza de la crudeza y la destrucción articulando un diálogo respetuoso entre información, dolor y estética.


Simón Norfolk en una sesión de fotografía extrema

Norfolk y su obra forman parte, sin lugar a dudas, de una clase de nuevo documentalismo fotográfico que maneja el concepto, desarrollado por David Campany, de la fotografía tardía. La fotografía nace con un pecado original: la supuesta capacidad de reproducir fielmente lo real, el de ser un analogón de la realidad. Este atributo genesíaco, más que la revolucionaria tecnología en que se basa para obtener imágenes, la configura como medio profético. Lo que enfoca la cámara, adquiere importancia y se volverá relevante a nuestra mirada. La fotografía tiene la capacidad de registrar lo futuro. Este status de la fotografía, que marcó durante décadas la relación de la sociedad con la representación fotográfica, cambia con dos factores importantes en la historia del medio: la irrupción en el mercado de cámaras instantáneas y equipos ligeros que democratizan el medio y su práctica, y, sobre todo, la llegada de las tecnologías audiovisuales, el cine y posteriormente la televisión. La formulación, a mediados del siglo XX, del momento decisivo bressoniano, sumado a lo anterior, modifica notablemente la práctica fotográfica. El fotodocumentalismo y el fotoperiodismo deben de transformarse, en este momento, en ágiles registros de realidades y conflictos, de un presente que ahora tiene una gama más amplia de medios dando cuenta de ellos en el mismo espacio y al mismo tiempo. Sin embargo, en la actualidad, nos encontramos con una gran cantidad de fotógrafos.


Fotografía de bombas de racimo, como para las que reclama el lucro cesante la empresa que fue del actual ministro de defensa español (no sabemos si aún tiene intereses en ella), por su destrucción.

Simón Norfolk es un buen ejemplo de ellos, que no fotografían la huella de un acontecimiento, sino más bien la huella de la huella de un acontecimiento y que como dice Campany, "su fotografía "tardía" es un ejemplo particularmente revelador de un enfoque que se está convirtiendo en un uso tópico del medio". También Campany se pregunta por el significado de esta tendencia a fotografiar las consecuencias de los acontecimientos: campos de refugiados, desiertos devastados, edificios en ruinas, geografías urbanas vacías y arrasadas,... Finalmente, y como apunta Campany, es "una práctica muy distinta de la instantánea espontánea y mantiene una relación diferente con la memoria y la historia." Es una fotografía del pasado inmediato, una forma de mirar sobre lo acontecido que ayuda a empezar a construir la memoria contemporánea.

Cráneos en el altar de la iglesia en Ntarama, Ruanda.

Es también una fotografía de mirada pausada, lenta (de hecho es significativo que muchos de los fotógrafos que la practican vuelvan al uso de la "primitiva" cámara de placas), y que en la mayoría de los casos se inspiran, apropiándose de los cánones de representación, en determinadas escuelas o autores de periodos clásicos de la pintura. Simón Norfolk, en sus escritos, enuncia todo un manifiesto acerca de su manera de entender la ruina clásica y su representación plástica a lo largo de la historia. En particular centra su atención en el clasicismo francés del XVII y se detiene en las pinturas de Nicolas Poussin y Claude Lorraine. Paisajes con escenas pastoriles que tiene como marco naturalezas idealizadas, en las que siempre hay ruinas clásicas enmarcando la escena. Considera estas obras como metáforas de la decadencia de las civilizaciones y de la vanidad de los Imperios y se plantea la necesidad de reflexionar sobre lo que significan las nuevas ruinas que la conocida y hegemónica acción militar actual, deja a su intervención en los diferentes lugares del mundo. Las fotografías de Norfolk guardan no pocas similitudes con el trabajo de Gabriele Basilico, Beirut, al respecto del cual su autor declaraba que las imágenes que había tomado en la capital libanesa pretenden "contribuir, mediante el testimonio de la locura humana, a la construcción de la memoria histórica". Idéntico objetivo se puede rastrear en la obra del fotógrafo inglés.


Laguna de residuos de mineral de aluminio en Petkovici, Bosnia, donde en 1995 fueron asesinados cientos de hombres y niños en el conflicto étnico.

"Simon Norfolk. Genocidio, Paisaje, Memoria" fue originalmente concebida para el Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural- Fenosa, en su sede de A Coruña, en el año 2008. Un gran entusiasmo y apuesta por el proyecto de Carmen Rivera, gerente del museo; un equipo humano, el habitual de esta institución, totalmente entregado y más de 2.000 metros cuadrados intervenibles de sala, nos permitieron montar una ambiciosa y extraordinaria exposición tanto por su contenido como por su forma. Supuso la primera gran exposición individual (y con cierto carácter antológico) de Simon Norfolk en España, y además, una de las más importantes realizadas al autor en el mundo. Aquella configuración original nunca más pudo volverse a repetir, desgraciadamente, a lo largo de la vida de la misma, teniéndonos que conformar con montajes parciales y fragmentarios de aquella primigenia. No obstante el montaje y la configuración que mostramos ahora en Córdoba es más que suficiente para conocer y adentrarnos en la obra de un fotógrafo que hasta tiempos recientes, e inexplicablemente, permanecía inédito en nuestro país.

Xosé Garrido
Comisario de la exposición

Genocidio, Paisaje y Memoria. 
Simon Norfolk
Sala Galatea. Cabezas, 3.
Del 22 de Junio al 26 de Agosto 2012
L a V de 17,00 a 21,00 h. S de 10,00 a 14,00 h. y de 18,00 a 21,00 h. D y festivos de 10,00 a 14,00 h."


Vídeo de las fotografías


Fotografías y texto del folleto, algunas del autor.

13 comentarios :

Lansky dijo...

Un mundo sin fotografía (sin haberse inventado, imaginemos) sería un mundo con una enorme parte de su memoria amputada.

Hace tiempo hubo una polémica con un premio de la World Press Photo en el que se veía un niño africano terriblemente desnutrido junto aun buitre bengalí que le parecía acechar. Los buenistas de turno reprocharon que el fotógrafo hiciera la foto 'en vez' de auxiliar al niño. Al margen de que una cosa no impide la otra, la foto probablemente hizo más por ayudar a esas gentes del Sudán en ese momento de hambruna crítica que cualquier otra cosa. Benditos (y terribles) testigos. El poder los odia, los déspotas mandan disparar sobre ellos.

Paco Muñoz dijo...

Me acuerdo de aquella fotografía. Muchas veces pienso que, a parte de la oportunidad, muchas "instántaneas" son preparadas, acuérdate de la polémica de la fotografía de Capa, o de la famosa del izado de bandera en Guadalcanal que la rehicieron después en estudio. Independientemente de ello comparto tu opinión.

Lansky dijo...

Darfur, sur de Sudán. Marzo de 1993. El fotógrafo sudafricano Kevin
Carter visita la región para hacer un reportaje sobre el movimiento
rebelde en la región. Sin embargo, al llegar y encontrarse con los
horrores del Hambre, comienza a retratar a sus víctimas...

A Kevin le pusieron literalmente a parir, si me permites la expresión en un blog tan bien hablado como este. Se suicidó más tarde, No se si hubo causa-efecto.

Lansky dijo...

Y sí, la de Guadalcanal estuvo preparada, como tantas del servicio de Propaganda USA. Lo cuenta muy bien Clint Eastwood en la película Banderas de nuestros padres, entre otros. La del miliciano cayendo herido de Capa sigue siendo polémica, pero parece que no fue preparada; ni la del niño y el buitre. El niño, como el fotógrafo, también murió.

Paco Muñoz dijo...

Interesantes reseñas a obras fotográficas que dejan huella. Tengo un amigo que es Fernando Penco (Director del Museo del Cobre de Cerro Muriano Córdoba)que investigó el lugar de la fotografía de Capa, y al final se desestimó Cerro Muriano, el Cerro de la Coja, por Espejo, en la N432 dirección Granada, en la que hubo un frente importante en la guerra civil. Efectivamente en la película que citas se hablaba de esa preparación fotográfica de Guadalcanal. Otra muy famosa, la niña afgana de ojos claros de National Goegrafic creo, que después se la buscó de mayor. ¡Ah! Gracias por lo de Blog bien hablado, bien hablado y bien escrito el tuyo, que a mi me da miedo opinar con tanto erudito del lenguaje como comenta por allí.
Un cordial saludo y muchas gracias.

Unknown dijo...

Hola amigo Paco, buenas fotografías las de Simon Norfolk. La fotografías de una temática concreta, al igual que cualquier disciplina artística, les gusta a unas personas y a otras no. El fotógrafo, al contrario de otras artes como el cine, la pintura, la música, etc, no inventa sino que plasma, poniéndole su visión personal, lo que ve, la realidad que tiene delante de su cámara. La foto de las calaveras es magnífica, la de residuos igual...habrá a quien le revuelva el estómago, pero es que eso existe. También existe ese niño moribundo observado por el buitre de Kevin Carter, es más yo estoy seguro de que los buitres y otros muchísimos animales salvajes -que por cierto cumplen su misión en el ciclo de la vida a la perfección, ya quisiéramos nosotros estar a su nivel- se comen todos los dias a algún humano desnutrido o enfermo. Opino que la culpa no es de los buitres sino de los granujas que tienen desnutrida a esa población, de los poderosos. Porque yo, si alguna vez me topara con una escena de ese tipo, no te quepa la menor duda que la fotografiaría sin dudarlo, para que la imagen se estampara en el cerebro del ser humano y se le revolviesen las tripas viendo lo que estamos haciendo desde nuestras impólutos sillones con millones de personas. ¡A la porra los puristas mentirosos!.
Aquí puedes ver un reportaje de fotos fantásticas de Steve McCurry, el de la niña afgana, con el adagio para cuerda de Barber que quita el sentido.
http://www.youtube.com/watch?v=hjrD6janPuA&feature=share
Un abrazo Paco y otro para Conchi.

Paco Muñoz dijo...

Querido amigo Juan:

Te agradezco tu participación en una materia que es la tuya.

La foto de las calaveras es magnífica, la de residuos igual...habrá a quien le revuelva el estómago, pero es que eso existe.

Si pero el fotógrafo con las técnicas actuales puede ser también creador, e incluso sin las técnicas actuales creo que también.

Y es cierto eso está ahí y seguro que muchas más cosas que nos pondrían los pelos de punta también, pero que no las vemos.

Nada que objetar al señalamiento de los criminales culpables, al final todo acaba ahí, lo que si es seguro que la culpa no es del niño.

Matizo yo, seguro que la fotografiarías, y cumpliría el objetivo de revolver a los ciudadanos, pero a la misma vez, también estoy seguro que espantarías a los pájaros, aun a pesar de lo de la función vital.

A la porra, mejor a la mierda, los culpables de todas estas atrocidades.

Fantásticas de verdad las fotografías, la última la de la niña. Aquí la tienes de mayor

http://s1.altfoto.com/files/2010/09/Captura-de-pantalla-2010-09-24-a-las-16.21.42.png

O un artículo sobre ella:

http://www.ozutto.com/travellers/la-historia-de-la-nina-afgana-de-steve-mccurry/

Un abrazo.

Paco Muñoz dijo...

Se me olvidó comentarte. En el artículo de la niña dice un comentarista, que la niña de pequeña tiene un lunar en el labio superior y eso no desaparece nunca salvo que la cirugía actué, y no parece ser el caso. Lo que me hace pensar ¿Es todo mentira en esta vida, leche! Cuando salen informaciones por ejemplo, sacan imágenes de otro sitio para reforzar determinadas actuaciones de los gobiernos.

Lansky dijo...

No te agobies con eso de lo verídico o verdadero frente a lo verosimil pero falseado. recuerda la booba polémica sobre si la llegada del hombre a la luna fue falseada en un plató, que si la bandera plantada ondeaba o no ondeaba sin viento en el satélite, si tal o si cual.

Los extremos se tocan, ya se sabe. El escepticismo total es una forma de estupidez simétrica finalmente a la excesiva credulidad. Los elefantes no vuelan, pero la Tierra es redonda

Un saludo

Paco Muñoz dijo...

Estimado Lansky

Es que en el fondo es agobiante, porque siempre te preguntas si te están engañando en todo. Y claro la valoración de lo cierto o lo falso es fundamental, aunque yo he visto copias de pintura que son si cabe mejor que los originales. Eso ocurre siempre con los reportajes televisivos, te ponen unas imágenes que la mayoría de las veces son para manejarte, y justificar determinadas actuaciones. Recuerdo unas de unos niños palestinos bailando en una fiesta, que nos las pusieron para decir que celebraban el derribo de las torres gemelas (la fiesta fue un año antes). Pero es muy esperanzador tu comentario.
Si la tierra es redonda, inapelable. ¡Ah! y Dumbo volaba, y ojala hubiera volado el de Bostwana y en la vertical borboniana hubiera descargado sobre éste toda la capacidad de su intestino. Lo siento no volverá a suceder.
Un abrazo

Paco Madrigal dijo...

Impresionante.

Saludos.

fus dijo...

No conocìa a este fotògrafo, tambien creo que en esto de la fotos puede haber mucho truco.

un abrazo

fus

Paco Muñoz dijo...

Ya ves Fus los comentarios. De antemano es un artista pero lo otro...