jueves, 6 de febrero de 2014

APERTURA DE UNA CALLE DESDE LA PLAZA DEL POTRO AL PASEO DE LA RIBERA

Calle Enrique Romero de Torres desde el aire 

Corría el año 1860 cuando por primera vez se pensó en abrir una calle desde la Plaza del Potro a la Ribera. En el Diario de Córdoba de 28 de julio de 1860, en la sección Gacetillas se publicaba lo siguiente:

"Llamamos la atención de la Autoridad local hacia el expediente instruido hace ocho años para el derribo de la Posada de la Madera, cuyo estado ruinoso continúa siendo una amenaza para los transeúntes y una ofensa al ornato. Creemos que debería procederse sin más dilaciones a su derribo y ampliación de la plazuela del Potro hasta la Ribera, colocándose en el centro la fuente como indica ayer un colega de esta capital. La mejora es de tal importancia que bien merece la pena de que se haga un esfuerzo para obtenerla" 


Trozo de la prensa citada

Este proyecto de apertura ya contaba con un paseo de la Ribera al otro lado de la calle Lucano, como consecuencia de la construcción del primer tramo del murallón de la Ribera. Este proyecto de la muralla también duró lo suyo, se pensó en 1791, inicio en 1802 y acabó en los primeros años del siglo XX. 

Así veía Wingaerde en 1567 la Ribera en lo que hoy es la salida del Potro

Como hemos visto en el texto del gacetillero del diario local, la inminente ruina de la Posada de la Madera, que era, según el periodista "una ofensa al ornato", y el Paseo, servían para poner en marcha la idea. En 1862 se retoma el proyecto. Dos años después, un informe de la Junta de Salubridad Pública del distrito de Santiago y San Nicolás de la Axerquía, fechado en 1884 decía:

"... Las cuadras por su escasa ventilación y la carencia de depósitos para materiales fecales, constituyen un verdadero foco de infección que hace temer que por consecuencia de su atmósfera viciada que se aspira en el citado edificio, sea causa de que se altere la salud del vecindario. Esto unido a que la finca linda por sus espaldas con el terreno llamado corralón de la Ribera que por las inmundicias en él depositadas lo colocan en un estado peligroso para aquellos vecinos..." 

En sesión de 23 de julio de 1884, el Ayuntamiento de la ciudad, propone el derribo de la Posada de la Madera, casa número 38 de la calle Lucano, y por añadidura estimado su ruina también la número 40. Ambas son propiedad de Enrique Ramírez de Saavedra, flamante Duque de Rivas por la muerte de D. Ángel.

Plaza del Potro

Se cursaron varias comunicaciones al Duque para que procediera al derribo de las ruinosas casas de su propiedad, pero todas cayeron en saco roto. Y estábamos ya en 1887 y ni siquiera se había dignado el noble aristócrata en contestar al Ayuntamiento, ni reclamar nada. Pretendía que el consistorio derribara y se cobrara de los gastos por el aprovechamiento de los materiales del derribo.

Cuatro años después y estimado los daños que podía producir la ruina a las casa colindantes, la Corporación decidió, en sesión de 22 de julio de 1891 decretar su derribo y actuar. La Posada de la Madera pasó a la historia, así como la casa número 40 de la calle Lucano. Pero a consecuencias del derribo y tal y como se presumía y por su estado ruinoso, la número 42 también fue víctima de la piqueta. Ya estaban derribadas las casas que estorbaban para el proyecto de apertura de la calle. El arquitecto municipal presentó el proyecto de apertura, conjuntamente con el de alineación de calles colindantes, las de Lucano, Lineros , Badanas y Consolación. Incluyó la valoración de los terrenos necesarios. La calle debería tener un ancho de 12 metros y una longitud de 54.

Plano del proyecto de apertura

Al final, como siempre, por problemas económicos del Consistorio, de las calles citadas solo se corregirían algunas irregularidades, no optando a los alineamientos por ello, salvo Badanas y Consolación que se ensancharon por su excesiva estrechez. También se aprovechó para remodelar el Corralón de la Ribera o Picadero del Potro. Ahora parecía que la cosa iba viento en popa, el proyecto de apertura había recibido las bendiciones de la Comisión de Fomento y quedó aprobado el 4 de octubre de 1891. 

El paseo de la Ribera antes de la apertura de la calle, a la izda. el Corralón de la Ribera

No obstante D. Eulogio Montijano, que era el letrado que defendía los intereses pecuniarios del aristócrata, que ostentaba la propiedad de los 640 m2 necesarios para la calle (525,88 m2 del solar de la Posada y 122,12 m2 correspondientes a las casas 40 y 42 de calle Lucano), presentó una reclamación y aludía entre otras, las siguientes razones:

"Hay que tener en cuenta que esta parte de la población está hoy tan falta de movimiento y vida que no sólo tiene muchas casas desocupadas, sino que las que no lo están han bajado considerablemente sus rentas, de tal suerte que dejan un interés muy reducido al capital que suponen, y esto hace que ningún propietario se arriesgue a hacer en él nuevas edificaciones, que en esta población resultan costosísimas y que los que en último caso se deciden a ello lo hacen siempre en aquellas zonas donde los arrendamientos son más solicitados, porque con los mismos gastos de edificación obtienen un mayor beneficio a su capital y mayor porvenir para sus fincas, estando hoy concretados todos los que poseen propiedad en estos barrios a procurar su conservación sin grandes dispendios que en ningún caso verían compensados... Es por tanto perjudicial el proyecto a los intereses del propietario porque las fajas de terreno que le quedan a uno y otro lado de la nueva calle no tendrían valor o lo tendrían muy escaso en sitio tan apartado de los que van absorbiendo la vida y el movimiento de la población...".

Vista desde el Triunfo de Verdiguier, calle Lucano

Los intereses del beneficio rápido o de revalorizar sus propiedades eran el freno en suma, pero en sus alegaciones ya se veía la especulación urbanística y la enorme protección que existía del capital sobre el interés general. El ayuntamiento se mostró firme, alegando que los terrenos  restantes tendría revalorización. Aquí, justo es decirlo, parece que no pasó como en las grandes especulaciones de esta ciudad, la de Gran Capitán o por ejemplo, por considerarla más parecida, de ese "noble " cordobés Duque de Fernán Núñez, que le "agradeció" el Ayuntamiento eternamente la cesión de la calle que llevó después su nombre, urbanizando con el peculio de la ciudad la misma, que consiguió la revalorización de los solares que quedaron a ambos lados de ésta, y que configuraban lo que fue el antiguo convento de la Concepción y S. Felipe.
Vista desde el Paseo de la Ribera

Cinco años hubieron de pasar para que el pleito fuera desestimado por el Gobierno de la nación, cuando ya corría 1896, quedando el problema visto para sentencia el 19 de noviembre del citado año. Pero ahora era nuevamente la economía la que retrasaba nuevamente la creación de la nueva calle, hasta el año 1903, cuando se pudo satisfacer el importe de la expropiación. Por lo tanto en 20 de abril de 1903 se requirió del propietario si aceptaba por los 648 m2, la cantidad de 13.879,64 ptas.(83,11 €), justiprecio que se señaló once años atrás con la redacción del proyecto. Como no se alegó nada en contra por el dueño de los solares, se firmaron los documentos precisos el 3 de junio para que la comunicación entre la Plaza del Potro y el Paseo de la Ribera fuese un hecho evidente. Corrían los primeros días de julio de 1903, o lo que es lo mismo cuarenta  y tres años después de la idea primigenia. 


Enlosado de la calle Enrique Romero de Torres (juego de tres en raya)

Veinticuatro alcaldes dirigieron el consistorio durante ese tiempo, entre el periodo del nacimiento de la idea y la realización de la misma, desde D. Rafael Chaparro Espejo 1859/1860, hasta Jaime Aparicio Marín, 1901/1903. Hoy en día la citada calle, que se llamó después Enrique Romero de Torres, es un enorme bar, con la ocupación material de la misma de todo su enlosado por las industrias hosteleras que, con sus veladores, impiden el tránsito normal de los peatones, más o menos como decía otro gacetillero de las personas que se sentaban en las aceras, pero éste es otro cantar endémico de nuestra ciudad.

Fotos del AMC, de Google y del autor.
Bibliografía: "Córdoba en el siglo XIX Modernización de una Trama histórica", Cristina Martín.

9 comentarios :

PATXI GUERRIKABEITIA dijo...

Buenos días, amigos. Gracias, Paco, por seguir iluminándonos con tus conocimientos. Me ha llamado la atención lo de los 24 Alcaldes. La usurpación de los dominios públicos–con impuestos, o no–es cada día más habitual. Nos quejamos, cuando nos quitaron las plazas de aparcamiento pero decíamos: bueno, así serán más anchas las aceras. ¡Ya! Y una, de Fernán Gómez. Aquí pasa igual, pero con la diferencia de que además han hecho refugios de metacrilato clavados al suelo. Un abrazo.
P/S: Sigo utilizando la expresión: esto va a durar más que la obra del murallón. ¡¿Más qué, qué!? Me preguntaban.

Paco Muñoz dijo...

Gracias Patxi.

En esos tiempos los alcaldes podían durar meses o un par de años, el sistema era totalmente distinto al actual de elección por el pueblo, la opción (no es directa) y luego el pleno.

Aquí son verdaderos establecimientos en el terreno público, perennes algunos, aunque parezcan desmontables. En una palabra, un portalito de tres metros cuadrados puede tener en el espacio público el salón comedor. ¿Qué pagan? Si a lo mejor, pero seguro que pasa como con las mesas, declaraban dos y ponían cuatro. Como el sistema de fiscalización no funciona...

Yo denuncié la ocupación del dominio hidráulico del Arroyo de las Piedras en Chinales, por una empresa de ascensores y sigue la valla cerrando el citado dominio. Pienso que lo mejor sería un Caterpillar, con nocturnidad y premeditación, que se desvíe del camino y sin "querer" derribe la valla.

La realidad es que somos un país de todo a veinte duros.

Un abrazo

José Manuel Fuerte dijo...

¿Cómo sería la Posada de la Madera? Según he leído por ahí, Miguel de Cervantes no paró, como se dice, en la Posada del Potro, sino en la de la Madera, por lo que deduzco que sería muy parecida a la que actualmente nos queda en el Potro.

También se comenta en círculos historiográficos o cercanos a ellos, que en ella se situaba la Mancebía "oficial", o al menos una de sus casas, con algún callejón sin salida en sus alrededores.

Por otro lado, leyendo tu magnífica entrada, me viene a la cabeza la idea que resurge ahora respecto a la apertura de la calle de la muralla del palacio califal, entre la Mezquita y el Campo de los Mártires. Si para esta calle nueva en el Potro tardaron 43 años, ¿significa esto que para esta nueva idea surgida en 1970, se batirán records mundiales?

Un abrazo.

Paco Muñoz dijo...

No he encontrado ningún documento gráfico de la misma. Me imagino que un estilo a la de la antigua Posada de la Herradura en Lucano también. A Miguel de Cervantes también lo alojan en una casa de la calle Grajea pero no está eso muy claro.

En una conferencia citaron una vez que como la entrada de la ciudad era, por Santiago, Cinco Calles, Lineros, Lucano, Pescadería y Mezquita, para salir por la Puerta del Puente, si continuabas viaje para el Sur, todo ello destinado a los visitantes. Primero en el camino el buen yantar (comida y posada), la alegría necesaria al cuerpo con la prostitución, y al final purgar el pecado en la Santa María (La religión católica eso tiene de bueno que te lo perdonan todo, y mucho más si colaborabas con el cepillo), gula, lujuria, limosna y perdón, por este orden.

La Posada de la Madera estaba en la casa número 38 de la calle Lucano, lo que ahora es la calle o parte de ella. La mancebía lo fue todo ese sector que luego se desplazó en el siglo XX hacia la Feria y Cardenal González. En el grabado de Wingaerde de 1567 ya la dibuja en ese sector de Lucano.

También estaba previsto abrir Badanas a la Ribera por el rincón de la Fuente, y había también otro proyecto de Armas a Grajea. La calle que citas está físicamente, es un callejón que está pegado a la muralla del Alcázar, la puedes ver desde el palacio de Congresos, y cuando Pedro Marfil hizo un trabajo sobre el Palacio Episcopal, la citó e incluso propuso su apertura, lo que pasa es que le han plagiado la idea, y en cuanto a su apertura llevas razón y más aquí que son cosas de palacio, que dice el refrán que van despacio.

Un abrazo José Manuel

Rafael Arjona dijo...

Delirante. La sacrosanta propiedad privada siempre enarbolando sus derechos. Derechos en este caso que a saber cómo se hizo de ellos el señor duque, que, por cierto, pasaba por liberal. ¡Anda que si llega a pasar por retrógrado!
Y lo de los bares... qué decir: esta ciudad, todo el país, pero más esta ciudad, se cargó el tejido industrial, que no era poco y ahora sólo puede apostar por el turismo. Un turismo, además, de chichinabo, donde el dinero negro corre a espuertas porque la mitad de los que en él trabajan lo hacen sin contrato alguno y régimen de semiesclavitud.

Paco Muñoz dijo...

Rafael, como siempre, las grandes operaciones especulativas las tenemos en las grandes vías de esta ciudad, y los beneficios correspondieron a los aristócratas (aquí no había burguesía), y latifundistas del arado. Caso de vías como el Gran Capitán, Duque de Fernán Nuñez, y otra serie de personajes que además formaban parte del gobierno municipal. Han cambiado poco las cosas y las mismas familias más europeizadas hoy, siguen partiendo el bacalao en este sacrosanto país.
De los bares para que hablar, conozco un montón de personas que trabajan sin dar de alta en cocina y bares, los camareros casi siempre han sido muchos pluriempleados. Amigos que eran mileuristas y ahora le han dicho la mitad y las mismas horas o más. Esa ha sido la reforma laboral facilitar el despido a los especuladores y esclavistas como tú los llamas. Ese ha sido el guiño a las empresas, para desprenderse de los trabajadores y aumentar los beneficios del reparto.

Rafael Arjona dijo...

No sabía yo, Paco, que la mancebía andaba por ahí. Pero, claro, es lógico, tal y como tú lo expones, teniendo en cuenta la entrada y salida de la ciudad y el camino a recorrer.
En la época de Cervantes y anterior las mancebías no eran simplemente zonas donde se ejercía la prostitución, como lo fueron después, en Córdoba, las calles Cardenal González y Feria, o Cercadillas, sino que eran perfectamente legales, estando controladas por la autoridad competente, que, según qué lugares y épocas, la daba en arriendo (externalizaba el servicio) a personajes que, en ocasiones, fueron principales, es decir, nobles, gente como este duque de Rivas. Famosísima fue la de Granada, que Cervantes, precisamente, cita como una de las más boyantes del país. Tenía, como todas, ordenanzas sumamente rígidas. Contaba con dos jefes, el padre y la madre. El primero era, digamos, el jefe de personal, encargado del control laboral de las prostitutas, incluidos horarios de trabajo, tarifas y salarios. Era un funcionario público que respondía ante la autoridad competente o ante el arrendatario. La madre se encargaba de la higiene, la salud y, en general, el bienestar de las rameras.

PATXI GUERRIKABEITIA dijo...

Buenos días, amigos. No conozco las costumbres filiales de la época de cervantes. Digo esto, porque dicen que Cervantes se hospedó en una “Pensión” pudiéndolo haberlo hecho en casa de alguno de los muchísimos familiares directos tanto por parte materna como paterna. Igual, es que esa era la costumbre, o que era un pieza de mucho cuidado.
Molón, cuando yo era chico iba a la escuela en la calle Ramírez de las casa Deza y me tenían muy recomendado que no pasase por la Calle Obispo Fitero, porque había casa o casas de… bueno, de eso. Un cordial saludo

Paco Muñoz dijo...

Estamos muy "fisnos", llamamos mancebía a lo que siempre hemos conocido como casas de putas, o "de trato" como decía mi madre. Cuando la prohibición se llamaban también de "tapao", es decir cuando un hombre y una mujer, adultos y libres, no se podían alojar en un hotel porque no estaban casados, todo ello gracias a la "moral católica". En el año 73 me pidieron a mí y a mi mujer el libro de familia en el hotel del Americano en la Gran Vía Granadina.
Rafael, normas rígidas que le impedían salir incluso a la calle a determinadas horas. El resumen del libro la Prostitución en Córdoba en el siglo XVI, da unos apuntes de la esclavitud a que estaban sometidas. "Este libro es un estudio sobre las prostitutas cordobesas en el siglo XVI. En sus páginas se habla de la edad mínima requerida para ser prostituta, de la zona en la que estaban enclaustradas, de las vejaciones a las que éstas eran sometidas, del vestido que debían llevar, de la prohibición de lucir joyas o adornos y de la obligación que tenían de pasar reconocimientos médicos periódicos, etc. El lector conocerá también las preocupaciones de las autoridades reales y municipales respecto a estas mujeres, expresadas mediante la emisión de leyes pragmáticas y ordenanzas, que la mayoría de las veces no cumplían los encargados de llevarlas a la práctica. Igualmente, se adentrará el lector, aunque a grandes rasgos, en la historia de la prostitución a lo largo de los tiempos. Este libro es de obligada lectura para los estudiosos de la Historia y para el público en general, que desee conocer el mundo de estas mujeres en esta época."
De todas formas cuando joven leí un libro sobre la prostitución que me parece fue muy importante en su tiempo, "Una esclavitud de nuestro Tiempo", del escritor Maxence Van Der Meersch, un flamenco francés, que describe lo que significaba ser prostituta en la Francia ocupada por los nazis, que es lo mismo que serlo en cualquier tiempo y en cualquier país. El control del proxeneta, y las normas de los burdeles que autorizaba el alcalde del pueblo o ciudad.
Más o menos lo que tú dices Rafael. Y Patxi, casa Doña Lola y el Kursal en la calle Fitero, y lo de Cervantes le voy a preguntar a dos amigos que son unos verdaderos eruditos en materia de Miguel de Cervantes que desde luego era un "pinta".