domingo, 25 de enero de 2015

LA PEÑA DEL CAMBRÓN, SOBRE EL VALLE DE SAN BENITO

Vértice de la Peña del Cambrón

Hoy he recibido otra satisfacción por una visita que, desde hacia tiempo estaba deseando realizar, subir a la peña del Cambrón. De joven, hace bastante tiempo, era muy normal hablar, sobre todo los aficionados al ciclismo del Cambrón. Había una prueba de subida durísima por una carretera de piedra suelta, que hoy llaman del "catorce por ciento". Yo lo subí una vez para ver los ciclistas, con la Orbea de mi padre, un pluma, unas botas katiuskas, además de una tormenta horrorosa, rayos, truenos, y agua para parar un tren. Los ciclistas tenían, en determinados tramos, que echarse la bicicleta al hombro y trasformar la carrera en una de ciclocrós, pues el camino, que no carretera, era en lugares un arroyo. 

El valle de San Benito, Cabriñana y Santo Domingo

El dios automóvil le ha puesto nombre nuevo a la carretera, en función de una señal de tráfico del desnivel, y los demás somos responsables alícuotas de haber perdido un patronímico cuando menos curioso. El cambrón (Lycium intrincatum) es un arbusto mediterráneo, que se cría en zonas pedregosas o áridas, de ahí el nombre de la subida y la peña. Es un hábitat adecuado para su desarrollo. Desde unos metros más abajo parte un sendero precioso que baja hasta el arroyo de Santo Domingo, y abajo enlaza con otro que sube hasta el mismo cruce, que lo puede configurar circular. Aún no lo he andurrreado y no puedo hablar de él, aunque pienso hacerlo en unos días.

El Valle de San Benito y cortijo de Cabriñana

Arriba de la peña hay una cruz metálica y un azulejo con un recordatorio de unos padres por sus hijos. Estimo que será seguramente un vacie de cenizas de incineración en el lugar, cuestión que se está haciendo moda, se pueden encontrar referencias a esta cuestión en muchos lugares bonitos, que están siendo colonizados con las cruces y las urnas. A mi particularmente ni me gusta, ni me deja de gustar, aunque considero que hay lugares para ello, y que la cuestión al ser eminentemente personal debería quedar únicamente en el recuerdo de los seres queridos, una vez cumplido ese deseo del que se va. Además se instala un símbolo religioso católico, en el lugar y el nombre de las personas queridas, una cruz. Los romanos ponían las tumbas a la salida de las ciudades para que las vieran los caminantes. No sé, pero no comparto esta cuestión.

Santo Domingo desde la Peña del Cambrón

Desde allí arriba hay una vista preciosa. Abajo majestuoso, tenemos el Valle de San Benito, donde nace el arroyo de Fray Luis, y donde está el cortijo de Cabriñana, que fue de Góngora, del Marqués de Cabriñana que le dio el nombre y últimamente a finales del XIX, el propietario era D. Agustín Pareja y Salinas. Después de inmortalizar el lugar haciéndole una fotografía a Conchi, para escuchar después que nunca le gusta, y culpar al aficionado a la fotografía de su disgusto, estuve unos momentos mirando en silencio el cortijo de Cabriñana. Eso me hizo acordarme cuando nos contaban en las reuniones de familia, que Acisclo Jurado Arribas, aperador del cortijo, peleó con un águila en esa peña allá por finales del siglo XIX, ya que el ave tenía peñas arriba el nido, Acisclo se acercó a él, posiblemente con mala intención, y claro el animal celoso de su familia le atacó.

Panorámica y los restos del humo a la izquierda

Bueno nos contaban también que, el águila había atacado a algunos corderos y por eso Acisclo la buscaba. Yo siempre pensaba que esta era una más de las muchas historietas de mesa camilla invernal que nos contaban, y no me la creía, aunque tampoco me creía la de que Antonia Bernarda, hija de Acisclo había sido modelo con otras jóvenes del cortijo, de Julio Romero de Torres, y luego cuando no quedaban testigos descubrí que fue verdad. Lo cierto es que ni Acisclo Jurado, ni María Villaviciosa su mujer, ambos mis bisabuelos, pueden aclararnos estos términos, y tampoco Antonia Bernarda Jurado, mi abuela.

Una perspectiva del cono de la serranía de Alcaudete y Sierra Nevada a la derecha

Pero si es cierto que Antonia figura en el cuadro "Las Aceituneras" de Julio Romero que éste pintó en 1904. Todo eso se me vino a lamente desde aquella altura mirando el actual cortijo de Cabriñana y rememorando las historias familiares, lamentando siempre que no preguntemos cuando podemos, a las personas que nos pueden transmitir sus recuerdos. Por eso considero tan importante los comentarios del blog, porque la función de reactivar recuerdos es esencial, para que estos no se pierdan almacenados en unas cuantas neuronas, que luego serán fruto del fuego y  ceniza, o alimento de otros huéspedes.

Como siempre Torreárboles dejándose ver

La definición de Cabriñana en el cuarenta y nueve era: “Hacienda denominada de Cabriñana, situada en la sierra de Córdoba, compuesta de un molino aceitero con su biga de carga menor, alfargue y piedra, caldera y demás oficinas necesarias y una bodega de tinajas y aclaradores, su patio para depósito de aceitunas, un caserío que se compone de casilla para aceituneros con su cocina y cuartos de habitación, y contigua a ésta, cocina de campo para los operarios de labor con su despensa y cuartos, tinahon y pajar con pesebreras, cuadras y casa de recreación con sus cuerpos de habitación altos y bajos, cocinas, comedor y repostería con su patio y demás oficinas necesarias…”


Sendero de acceso a la Peña.

Allí estaba abajo, el cortijo y posiblemente los fantasmas en forma de recuerdos de mis bisabuelos, Acisclo y María, que no he conocido, y quién sabe si también los escarceos amorosos de mis abuelos Antonia y Rafael que afortunadamente conocí. Siempre me hubiera gustado conocer de ellos de primera mano, como se conocieron, como se enamoraron y todo lo demás de su vida. Puedo elucubrar con todo esto, novelarlo o simplemente dejarlo en anécdota, pero lo cierto es que lo pensé, y he de reconocer que, aunque no se me notase, me emocioné.

Sendero de bajada a Santo Domingo, o subida desde.

La realidad es que ella, mi abuela Antonia, a principio del siglo XX tenía veinte años, vivía con su padres y hermano en el cortijo, y que Rafael Carreras, mi abuelo, el barbero de la Mezquita, cantaor de flamenco aficionado y guitarrista, frecuentaba las "peroladas" que seguramente se daban en el cortijo. Ya sabemos lo que son los "flamencos". De estas cuestiones si conozco historias del personaje, que procedían de las quejas de mi abuela y los comentarios de mi madre. Se casaron en 1903 y Antonia su primera hija, nació en 1904.

Nacimiento de uno de los dos ramales del arroyo de Santo Domingo

Julio Romero amigo de D. Agustín, el propietario, también frecuentaba la hacienda, en la que se inspiró para pintar la recogida de aceitunas allí. ¿Quién me dice a mí que en una de esas reuniones de cordobeses "ilustres" amigos del cante y el solaz esparcimiento perolero, no se conocieran mis abuelos? En fin ya no podemos saberlo, solo tratar de imaginarlo. Lo cierto es que yo no he transmitido a mis hijos estas cosas. Por lo que supongo que no somos muy dados a la tradición oral, o sí cuando ya no es posible.

Ladera de las instalaciones de antenas del Ayto. de Córdoba, cerro de San Cristobal

Lo real es el maravilloso paisaje, el hermoso valle de San Benito, y las presencia allí de mi familia a finales del siglo XIX, lo demás forma parte de la novelada historia que queramos estructurar. Una pelea de un hombre con un águila, una historia de amor, un pintor y un cuadro, y muchos recuerdos no garantizados. Y recuerdos, muchos recuerdos, que más tarde o más temprano, quizás más temprano que tarde, se perderán inexorablemente, sin que podamos hacer nada por evitarlo.

Protección de arroyón de la ladera del Cerro de San Cristóbal.

Decir también que, el Cortijo de Cabriñana es un alojamiento Rural y una Granja Escuela, y que le debo a mi primo Paco Gallego, mayor que yo, realizar al mismo una visita, porque él, mi hermana Loli y yo, somos los únicos nietos que quedan de mis abuelos Rafael y Antonia, en parte protagonistas de la historia de amor de Cabriñana. 
Seguí mirando un rato el lugar, ya había desaparecido lo que parecía un incendio o conato, por la densa humareda y que salía de una parcelación abajo de Santo Domingo. En el horizonte levantaba la niebla. Muy satisfecho por haber estado allí, por haberme decidido de una vez a visitar el lugar y pensando en volver pronto porque merece la pena.

Un curioso alcornoque en el camino
Fotografías del autor
Bibliografía de la Web de Cabriñana

5 comentarios :

José Manuel Fuerte dijo...

Precioso texto, preciosas fotos, preciosos recuerdos... Una entrada para enmarcar. Últimamente vengo muy poco por tu blog, Paco, por falta de tiempo, y sé que me estoy perdiendo una barbaridad. A ver si puedo "rascar" en él y recuperar parte de tus entradas antiguas. Esta, de verdad, me ha gustado mucho.

Tu disfrute por nuestro entorno está convirtiéndose en nuestro disfrute cuando nos lo cuentas. Enhorabuena, y ánimo.

PD. Muy bueno lo de la fotografía a Conchi. A mí me pasa lo mismo.

Paco Muñoz dijo...

José Manuel muchas gracias. No te preocupes porque lo primero es lo primero, ya he visto a los chef de tú casa.
Es que está todo impregnado de recuerdos, que se agolpan en un momento y echas de menos muchas cosas. Mañana tengo previsto bajar a Cabriñana y subir por otro lado, esta mañana lo he estado comprobando.
José Manuel el fotógrafo solo aprieta el botón, pero a ver, es lo que hay.
Un abrazo.

PATXI GUERRIKABEITIA dijo...

Buenos tardes, amigos. Paco, las peripecias que nos relatas son más que dignas de que las plasmes en un libro o en más de uno. Las historias de amor en aquellos lejanos tiempos, y no tan lejanos, eran cosa de pobres, que eran los que nos casábamos por amor. Curioso el nombre el de tu bisabuelo. Sólo he conocido a uno con ese nombre. Victorias he conocido más. Hay que ver la que lió el Padre Roles, seguramente afectado por el Fuego Sagrado, provocado por el cornezuelo, que les hacía ver lo que no estaba en los escritos, dijo que había hablado con el Arcángel Rafael, y los copatronos fueron arrinconados. Hay que ver qué suerte tienes, has conseguido hacerle una fotografía a Conchi, mi Jefa cuando me ve con la cama en la mano “huye como alma que lleva el diablo” Un abrazo
P/S: ¡¡¡SYRIZA AL PODER!!!

Paco Muñoz dijo...

Gracias amigo Patxi. Pero esas cosas son del interno familiar y interesan a muy poca gente, además de considerarlas sin enjundia suficiente para estar en un libro. Es evidente que cuando no hay dinero lo único que hay es el amor. Acisclo Jurado Arribas, natural de Villaviciosa y vecino durante un tiempo de Trassierra, para acabar en Cabriñana, pienso que Córdoba. No lo he buscado por no tener referencia al año, pero seguro en el Libro de Defunciones del Ayto. se encuentra algo, a mi abuela la encontré. Luego el cornezuelo del centeno fue el culpable, aunque esta familia no eran dos ni hermanos, creo que fue solo Acisclo, en el supuesto que fuera cierta su existencia. Siempre le hago fotos pero nunca le gustan, y la cámara es fiel reflejo de un instante, aunque la próxima vez voy a tirar una ráfaga (de fotos) y darle a elegir.
¡¡¡SYRIZA en el poder!!!, a pesar de todos los miedos. Cuando un pueblo habla es difícil callarlo. Que le den a la Merkel y a todos los abusadores de los pueblos.

PATXI GUERRIKABEITIA dijo...

Buenos días, amigos. Paco, ayer me expliqué mal, las historias a las que yo me refería son la Historias de Calcetín, las de la mesa camilla, son personales e intransferibles.
Otra cosa, no había oído nunca eso del Cambrón, nosotros la conocíamos como la Cuesta del Espino.
Como ando un poco liado y los libros de química, elemental, junto con otros los tengo en cajas; así que he tirado de internet para explicar las apariciones de la edad media y posteriores, eran motivadas por comer pan de centeno infectado con cornezuelo. Que por cierto, en el Camino de Santiago lo curaban los frailes de Orden de San Antón, dándoles de comer pan de trigo.
LSD: Se trata de un compuesto cristalino, relacionado estrechamente con los alcaloides del cornezuelo del centeno, a partir de los cuales puede prepararse semisintéticamente.
El químico suizo Albert Hofmann sintetizó por primera vez la sustancia en 1938 y en 1943 descubrió sus efectos por accidente durante la recristalización de una muestra de tartrato de LSD. El número 25 (LSD-25) alude al orden que el científico iba dando a los compuestos que sintetizaba. Un abrazo
P/S: A la Troica, a sus esbirros y lacayos que les den.