viernes, 21 de agosto de 2015

MOLINO DE CUBO EN EL MARGEN IZQUIERDO DEL ARROYO BEJARANO

Molino de Cubo del margen izquierdo (Foto Bartolomé Olivares)

El arroyo Bejarano es un enorme pozo de sorpresas. Raro es el día en el que uno no se ve sorprendido por un nuevo descubrimiento en la zona. Desde hace dos mil año parece está garantizada la presencia industrial humana allí. La minería fue muy importante, por esa calidad de mineral que, cosa curiosa, no menciona Fernando Penco en su interesante trabajo sobre la minería en Córdoba, ya que se refiere en su libro a Cerro Muriano. Parece que esta zona de Trassierra estaba fuera de los límites comerciales de los Marii, aunque siempre se menciona la minería romana en el territorio.

Primer paso del arroyo

Abertura superior del cubo

Si la minería fue el motor de la zona, como puede verse en las distintas explotaciones industriales alrededor de ella, sin duda el elemento más importante fue el agua. Sin entrar en disquisiciones sobre, si fue ésta o no la alimentación hídrica de la Córdoba romana de abajo, del valle del Guadalquivir, lo que es obvio es que la surgencia del primer venero del Bejarano, lleva dando agua más de dos mil años. Y las formaciones travertínicas cercanas, que vierten sobre el Guadiato, demuestran que ese caudal fue aún mayor.

Vista desde arriba (Foto Bartolomé Olivares )

Con la rotura casi en el fondo del cubo

Detalle de la rotura (Foto Bartolomé Olivares )

Agua era equivalente a energía, y esta a su vez motor industrial de molinos y batanes, circunscribiéndonos simplemente a los últimos dos o tres siglos, no bajando más en la escala del tiempo, quedándonos simplemente en el ayer y anteayer. Ya lo hemos visto en la grandiosidad del Martinete, que venimos a llamar Alto, molino parece de mineral y la no menos importancia del Bajo, sin olvidar la llamada Fábrica de Paños. Todos estos ingenios tenían una enorme infraestructura de aprovechamiento, expresada en canales de hasta un kilómetro de longitud y grandes albercas de mantenimiento.

Una vista general con la cara de un expedicionario arriba (Foto Bartolomé  Olivares)
Esquema de un molino de cubo

Quitando la Fábrica de Paños, que Teodomiro Ramírez de Arellano ya la señala como floreciente a finales del XIX, en el margen izquierdo del arroyo, no hay nada llamativo, salvo un molino de cubo. Hace tiempo que Bartolomé Olivares, uno de los incansables luchadores de esta cuenca y la naturaleza que la rodea, me había hablado de este Molino de Cubo perdido en la selva o jungla del margen izquierdo. La zona quizás, menos explorada del Bejarano, en un laberinto de pozas, donde el arroyo comienza a escalonarse, generando melodías con sus saltos, y configurando escenarios idílicos. 

Desde abajo (Foto Bartolomé Olivares )

El deteriorado cubo (Foto Bartolomé  Olivares)

Pues bien, un día de la semana pasada decidimos ir a verlo. Al final sólo fuimos Bartolomé Olivares, el guía, un amigo, J.M. Cerezo y yo. Antes habíamos visto otras curiosidades, como: la misteriosa piedra; lo que suponemos un extenso poblado minero; restos de estancias considerablemente importantes por el grosor de sus muros; múltiples martillos de diorita esparcidos por el suelo; piedras de moler caseras; otras estancias en el Martinete Alto y su significativa piedra de moler; e incluso una tapada boca de mina. Cualquier nuevo elemento que veíamos nos daba un margen para debatir sobre ellos.

 Camino al coronel margen izquierdo

Vado para pasar nuevamente al margen derecho

Ahora lo que procedía era cruzar el arroyo que, aunque no tenía un caudal invernal, un resbalón significaría un chapuzón completo, pues las pozas tenían una notable profundidad. Cruzó Bartolomé e investigó el margen izquierdo con resultado negativo, de vuelta nuevamente en el derecho, subimos por la ribera, hasta encontrar un cómodo vado. Ahora si lo cruzamos sin dificultad, bajamos un poco y allí estaba lo que quedaba del cubo de ese molino del margen izquierdo. Un torreón de unos cinco metros de altura, desde el nivel del agua, algo cónico, de un diámetro de unos tres metros, bastante deteriorado por el tiempo, con una rotura a unos dos metros y medio de su parte alta. Arriba presentaba una abertura circular o boca del cubo de aproximadamente un metro de diámetro.

Misteriosa piedra

No encontramos el canal de alimentación del cubo, que seguro la acequia discurriría por el margen izquierdo, posiblemente desde una zona a nivel que permitiese la entrada de agua desde el arroyo. Hablamos incluso que posiblemente viniera desde atrás, del canal que alimentaba el embalse de la Fábrica de Paños. Ya vemos que el Martinete se alimenta desde la desembocadura más o menos del arroyo estacional que viene de la zona de la Alhondiguilla. Otro cauce estacional discurre por el margen izquierdo y se incorpora al Bejarano unos quinientos metros arriba del Molino de cubo. Lo cierto es que no vimos ningún canal, bien es verdad que en la "jungla" difícilmente se puede ver nada.

Martillo

La mejor perspectiva para las fotografías estaba en la orilla opuesta, Bartolomé bajó a la misma, cruzó nuevamente el arroyo y desde allí procedió a hacer el reportaje, con su cámara y la mía. Por lo que, todas las fotografías de lo que queda del molino las hizo él. Luego para evitar volver a cruzar al margen derecho, continuamos por una senda que va desde un poco más arriba de la Fábrica de Paños, hasta enlazar con el arroyo del Coronel, pero antes volvimos a cruzar el arroyo para ya continuar por su ribera derecha, hasta encontrarnos con el muro de contención de la calzada que viene del Martinete. Toda esa parte está complicada de andar por ella por la vegetación.

Martillo de dorita en manos de José María

Fue un sábado completo. Era muy complicado digerir todo lo visto, y sobre todo hacerse una idea del conjunto. Establecer una cronología de todos los nuevos elementos, se presentaba difícil. Posiblemente el puzle del "polígono industrial" -de Pepe Serrano- del Bejarano, necesite de más visitas y sobre todo de expertos en distintas disciplinas. De todas maneras, de una tacada, hemos ampliado el catálogo de restos de la zona. No es una ruta senderista, o ciclista, es un territorio que encierra mucho de la historia industrial de esta ciudad. Lástima que no hayan restos escritos, o cuando menos que no estén a la vista de cualquiera.

 Vuelo de 1956

Vuelo de 1977

Lo dicho: nuevas estancias en el Martinete Alto; la piedra de moler del mismo; la misteriosa piedra con dos orificios que al final parece ser es una piedra minera contrapeso (aunque no está confirmado); los restos de habitáculos de lo que podría ser el poblado minero; los martillos mineros de diorita; las piedras de moler de andar por casa; restos cerámicos de diversas épocas; y la guinda del pastel, el Molino de Cubo del Margen izquierdo. Hay quien de más para una mañana de sábado.

 Cartografía raster

Aérea actual de Apple

Fotografías del autor y de Bartolomé Olivares
Bibliografía del debate y la memoria.

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