lunes, 31 de octubre de 2016

LA CASA DEL GUARDA DE LA FINCA EL PATRIARCA

Muro oeste de la Casa del Guarda

Después de un paseo mañanero hasta donde pude, buscando documentar con algunas fotografías un trabajito que estoy preparando sobre el Patriarca, he visitado la llamada en los planos antiguos Casa del Guarda. Sólo quedan las bases de los muros, algunos ladrillos en buen estado. la edificación era de una sola planta, rectangular de 12 x 4 m. con muros e mampuesto y ladrillo en tabiques interiores. Orientada de este a oeste, con las fachadas mayores de sur a norte. 

 Una vista aérea 

 Plano catastral de 1950

 Ruinas fachada sur

 Interior

Otra vista

Al norte de la casilla, había otra construcción de 3 x 3 m. que sería posiblemente un corral. En el plano catastral señala al oeste de la casilla un terreno que llama huerto. De la casilla partían de carriles, uno que iba a la casa de la Albaida, y otro a la del Patriarca, la del Patriarca se llamaba Carril Alto del Patriarca, antes de llegar al cortijo del Patriarca se desviaba a la izquierda otro carril a Vistalegre. Grandes extensiones de jarales, acebuches, algarrobos, encinas y alcornoques, es la tónica vegetal.

 Muro este

 Una vista longitudinal

 Un muro

 Otra vista desde la esquina suroeste

Conjunto de ruinas

Esta mañana algún algarrobo en flor, estaba repleto de abejas cuyo zumbido en conjunto daba un cierto reparo al acercarse. Muchas inflorescencias estaba abiertas, otras no. luego están los roquedales en las cercanías de la casilla. El paisaje es muy hermoso, lástima de la suciedad que deja la gente desconsiderada, toda suerte de envases, de cristal y plástico, tapizan los alrededores. Toallitas y papel son otros elementos a tener en cuenta.

Al fondo el valle

Restos de piedras

La casilla exterior

La construcción norte

Un muro

Multitud de pequeños caminos entrecruzan el territorio, algunos son los restos de la afortunadamente abandonada urbanización. Otras sendas son de caminantes y ciclistas, que en enorme cantidad circulan por los mismos. En la mayoría de los vuelos fotográficos podemos ver los restos de la casilla. Y en el plano topográfico de primera edición, del siglo XIX, también figura, aunque hay errores en la ubicación. Las coordenadas son: 37º54'38.9"N 4º48'49.8"O.

Fotos del autor, aérea de GoolZoom y Catastral

sábado, 29 de octubre de 2016

ANTONIO DEL CASTILLO EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE CÓRDOBA, LA HUELLA DE ANTONIO DEL CASTILLO

Sala 6, La Huella de Antonio del Castillo

Con esta entrada que es la sexta, que son las partes en las que he troceado la extraordinaria exposición, que conmemora el 400 aniversario del nacimiento de Antonio del Castillo, finaliza mi aportación a la difusión de la muestra. Mi única satisfacción sería haber contribuido en algo al conocimiento de este pintor barroco cordobés, paisano que vivió hace cuatrocientos años en nuestra ciudad, y sobre todo que para algunos no sea solamente una calle del callejero, esa que une la de Ambrosio de Morales con la Plaza de Jerónimo Páez. La Huella de Antonio del Castillo se sitúa en esta sala.

 Calle Antonio del Castillo

"LA HUELLA DE ANTONIO DEL CASTILLO

Los estudios actuales tratan de distinguir las obras de Antonio del Castillo de las de sus discípulos y seguidores. Especialmente, de las que pudieran haber sido hechas por los que Antonio Palomino, en El Parnaso español pintoresco y laureado, consideró vagamente como sus dos únicos discípulos: Pedro Antonio Rodríguez y Manuel Francisco Arias Contreras.

Sagrada familia con san Juan niño, Siglo XVIII, seguidor anónimo de A. del Castillo

Destaca entre ellos la figura de Pedro Antonio Rodríguez, al que se le pueden atribuir algunas obras del Museo, como Cristo flagelado arrodillado ante Dios Padre. Entre sus seguidores sobresale Fernando Molina Sandoval, a quien el Museo atribuye esta Inmaculada Concepción procedente del convento de Jesús y María. Mención especial requiere Antonio Palomino, que se inició en la pintura copiando varias obras del maestro, entre otras la Adoración de los Magos que aquí se presenta. La manera de pintar y los tipos iconográficos creados por Castillo perduraron en Córdoba hasta el siglo XIX, siendo muchos los artistas que imitaron su técnica o copiaron sus composiciones.

Cristo flagelado ante Dios Padre, 2ª mitad s. XVII, atrib. A Pedro Ant. Rguez

"Murió finalmente en dicha ciudad [Córdoba]: dejando tal crédito en [la misma], que el que no tiene pintura de Castillo, no se tiene por hombre de buen gusto"
ACISCLO ANTONIO PALOMINO

Inmaculada Concepción, último tercio s. XVII, ¿Fernando Molina Sandoval?

"Fue también nuestro Castillo excelente paisajista, para lo cual se salía algunos días a pasear, con recado de dibujar y copiar algunos sitios por el natural, aprovechándose así mismo de las cabañas y cortijos de aquella tierra, donde copiaba también los animales, carros y otros adherentes, que se hallaba; y algunas casualidades en aquel arroyo de las peñas, con singularisimo primor"
ACISCLO ANTONIO PALOMINO.

Adoración de los Magos (copia de A. del Castillo),último tercio s. XVII, Acisclo Ant. Palomino

EL PAISAJE EN FORMA DE HISTORIEJA

Para responder a la demanda de la nueva élite económica de la ciudad que  rivalizaba con la antigua nobleza, Antonio del Castillo realizó obras de pequeño formato que contaban historias religiosas, a las que Palomino denominó historiejas. Estas obras se idearon para colocarse en las salas principales de las, nuevas casas burguesas, simulando ventanas abiertas hacia el exterior. 

Agar e Ismael, hacia 1655-1660, A. del Castillo

 De esta manera, Castillo aportó un soplo de aire fresco en la pintura cordobesa. Las dos que aquí se exponen, El sacrificio de Isaac, y y El sueño de san José, fueron encargadas por un personaje relevante de la jerarquía eclesiástica de Granada.

El sacrificio de Isaac, hacia 1655-1660, A. del Castillo

El sueño de San José, hacia 1655-1660, A. del Castillo

Estas obras fueron el resultado de una larga relación del artista con la naturaleza y el paisaje que, desde 1655, disfrutaba en el cortijo Rubio el Bajo (actual Villarubia). En ellas, el paisaje constituye el escenario ideal para imaginar fantásticas composiciones, como se puede comprobar en Agar e Ismael o Paisaje con San Juan Bautista niño dormido.Esta fue, sin duda, la aportación más original de Castillo a la pintura española del momento."

Paisaje con San Juan Bautista niño dormido, 1660, A. del Castillo

Como hemos dicho al principio, se completa con esta entrada la reseña a la exposición Antonio del Castillo en el Museo de Bellas Artes de Córdoba. Seis extraordinarios espacios expositivos homenajean el cuatrocientos aniversario del nacimiento del pintor. Y para completar este trabajo se publican: Un amplio artículo relativo al pintor, que contiene una lista de obras del mismo que tiene el Museo del Prado; un pequeño dossier de prensa, de noticias a la exposición; y una lista de entradas del presente Blog relativas a trabajos sobre el Museo de Bellas Artes y las distintas muestras en él expuestas y disfrutadas: Piezas invitadas; El artista presenta su obra; Exposiciones diversas; Otras entradas sobre el museo; Descubriendo a Antonio del Castillo; Antonio del Castillo en la ciudad de Córdoba; y la actual Antonio del Castillo en el Museo de Bellas Artes de Córdoba.


Obras de Antonio del Castillo en el Museo del Prado

    - Adoración de los pastores, óleo sobre lienzo, 216 x 163 cm (en dep. en el Museo Municipal de Málaga) P655.
    - José y sus hermanos, óleo sobre lienzo, 109 x 145 cm, h. 1655 P951.
    - José vendido por sus hermanos, óleo sobre lienzo, 109 x 145 cm P952.
    - La castidad de José, óleo sobre lienzo, 109 x 145 cm P953.
    - José explica los sueños del faraón, óleo sobre lienzo, 109 x 145 cm P954.
    - El triunfo de José en Egipto, óleo sobre lienzo, 109 x 145 cm P955.
    - José ordena la prisión de Simeón, óleo sobre lienzo, 109 x 143 cm P956.
    - San Jerónimo, óleo sobre lienzo, 142 x 105 cm, firmado, 1635 P2503.
    - San Francisco de Asís, óleo sobre lienzo, 164 x 108 cm, firmado P2940.
    - Ángel niño con un racimo, sanguina sobre papel, 195 x 128 mm, h. 1640-1650 D101.
    - Ángel niño con un libro, sanguina sobre papel verjurado amarillento, 198 x 140 mm, h. 1640-1650 D102.
    - Ángel niño con un pan, sanguina sobre papel, 200 x 132 mm, h. 1640-1650 D103.
    - San Juan Evangelista, pluma gruesa sobre papel, 110 x 95 mm D104.
    - Ángel niño con manojo de espigas, sanguina sobre papel verjurado amarillento, 200 x 135 mm, h. 1640-1650 D105.
    - Seis cabezas de ancianos barbados, pluma gruesa sobre papel verjurado amarillento, 180 x 255 mm D107. Atribución dudosa.
    - Imposición de la casulla de san Ildefonso, pluma gruesa, preparado a lápiz y toques de aguada sepia sobre papel, 300 x 186 mm D108. Atribución dudosa.
    - Inmaculada Concepción y ángeles / Apuntes de ángeles, pluma gruesa sobre papel, 155 x 275 mm, h. 1660 D109.
    - Escena campesina, pluma gruesa sobre papel verjurado amarillento, 206 x 150 mm, firmado, h. 1660-1670 D110.
    - Ángel con aguamanil, bandeja y jarro, pluma gruesa sobre papel, 105 x 82 mm, firmado, h. 1650-1660 D111.
    - Ángel con la escalera de la Pasión, aguada sepia y pluma gruesa sobre papel verjurado amarillento, 200 x 150 mm, firmado D3642. Atribución dudosa.
    - Sepulcro y figuras en torno, sanguina sobre papel, 251 x 355 mm D3726.
    - Figura arrodillada, lápiz sobre papel, 141 x 106 mm D3787.
    - San Pablo. Estudio de rostro de anciano. Cabecitas de ángeles. Pie, pluma gruesa sobre papel, 220 x 150 mm D3795.
    - Caballero en pie visto de espaldas, pluma sepia sobre papel agarbanzado, 66 x 40 mm D5991. Atribución dudosa.
    - El Niño Jesús redentor, pluma sepia y toques de sanguina sobre papel, 218 x 151 mm D5992.
    - Ángel, tinta sepia sobre papel, 198 x 151 mm D6255.
    - Tres cabezas, lápiz y tinta sepia sobre papel, 123 x 235 mm D6256.
    - Cuatro cabezas, lápiz y tinta seca sobre papel, 130 x 211 mm D6257

Dossier de prensa:



ENTRADAS DEL BLOG SOBRE EL MUSEO DE BELLAS ARTES

PIEZAS INVITADAS



EL ARTISTA PRESENTA SU OBRA



EXPOSICIONES DIVERSAS



OTRAS ENTRADAS



DESCUBRIENDO A ANTONIO DEL CASTILLO



ANTONIO DEL CASTILLO EN LA CIUDAD DE CÓRDOBA



ANTONIO DEL CASTILLO EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE CÓRDOBA



Información logística de la muestra

Los distintos espacios expositivos

ANTONIO DEL CASTILLO EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE CÓRDOBA, OTROS ENCARGOS

Sala de los "otros encargos"

Ahora toca la Sala V, ésta estaba dedicada, y así volverá cuando acabe la muestra de Antonio del Castillo,  al Arte cordobés de los siglos XVIII y XIX, desde el Barroco del XVIII, al realismo del acabar del siglo XIX. Aquí teníamos a Palomino, el biógrafo de Castillo y otros artistas. José Cobo, Duque Cornejo, Verdiguier y Antonio Fernández. Esta es la sala que contenía la obra del XIX, con trabajos de: Romero Barros, Rafael Romero de Torres, y otros muchos. Está dividida, además de por sus arcadas centrales, este oeste, una mampara separa la última parte de esta visita; La huella de Antonio del Castillo. Estamos como es lógico en la planta baja, entrando a la derecha. Y la recomendación, visiten la muestra y verán como es mucho mejor que lo que verán aquí.  
Una foto de hace más de diez años del patio del museo

"El taller de Antonio del Castillo no solo acometió grandes encargos, sino que también realizó obras de pequeño formato para otras dependencias, como oratorios privados o residencias de la nobleza civil y eclesiástica. Se muestran aquí diversos ejemplos de obras de estas características. Algunas de ellas son de mediano tamaño, como el Cristo muerto con tres ángeles docentes que estuvo en la desaparecida parroquia de San Nicolás de la Axerquía, o el retablo ejecutado para la capilla de los condes del Menado en la iglesia del convento de la Trinidad Calzada. 


 La pared de la Capilla de la Caridad por el patio

 El rincón noreste y la misma fuente actual

La fachada del museo de Julio Romero y casa familiar... y la fuente

Otras obras, de diversa procedencia, han llegado al Museo por la desamortización eclesiástica de 1836 o por adquisiciones posteriores, como la tabla en que se representa la Coronación de la Virgen. Mención especial requieren las obras de pequeño formato que narran historias bíblicas, a las que el pintor y tratadista Antonio Palomino denominó 'historiejas'. Fueron precisamente estas obras las que proyectaron la figura de Castillo fuera de los límites de la ciudad, especialmente en Granada, donde recibió importantes encargos de este formato.

Retablo de los Condes del Menado, 1645, A. del Castillo
(Iglesia de Santa Marina de Aguas Santas)


La familia Pineda de las Infantas financió para su capilla del convento de la Trinidad Calzada un retablo en honor de san Juan Bautista. Antonio del Castillo realizó, hacia 1645, los seis lienzos que lo componen: San Juan Bautista, San Antonio de Padua y el Niño Jesús, San Blas, San José y el Niño Jesús, San Francisco y una Inmaculada Concepción.

San Blas, 1645, A. del Castillo

Aunque se trata de una de sus primeras intervenciones, ya se aprecian algunas de las fórmulas compositivas que repetirá a lo largo de su carrera, como la pierna ligeramente adelantada con la rodilla flexionada y el manto arrugado tapando los pies.

San Antonio de Padua y el Niño Jesús, 1645, A. del Castillo

Tras la desamortización eclesiástica, el retablo fue trasladado a la parroquia de Santa Marina de Aguas Santas. Algunos de los lienzos fueron vendidos y se sustituyeron por copias de los pintores José Saló Junquet y su hijo Nicolás Saló Prieto. El San Blas y el San Antonio del Padua y el Niño Jesús originales fueron adquiridos para el Museo de Bellas Artes de Córdoba en 1877, y el San Juan Bautista se conserva en el Museo Nacional del Prado.

Coronación de la Virgen, 1660, A. del Castillo

ENTRE EL SENTIMIENTO Y LA DEVOCIÓN

En estas obras de pequeño formato, Antonio del Castillo se expresa con un lenguaje más libre y con mayor capacidad emotiva que la manifestada en los grandes encargos.

Crucifijo, 1655-1665, A. del Castillo

Así, se puede encontrar un Castillo más intimista en las obras Crucifijo y Jesús Nazareno. En ellas, los valores de lo humano y lo divino se encuentran representados en las mortecinas figuras de Cristo de ambas composiciones.

Jesús Nazareno, 1655, A. del Castillo

En la Coronación de la Virgen, su interés se ha centrado en la ornamentación escultórica y en representar con gran calidad la escena, casi en miniatura. Igualmente ocurre en la Inmaculada Concepción, donde ha mantenido sus características iconográficas propias, representando a una Virgen de edad madura, de rosadas mejillas y carnosos labios, vestida de azul y rosa.

Inmaculada Concepción, 1645, A. del Castillo

Entre sus obras más conmovedoras destaca Cristo muerto con tres ángeles dolientes, donde se aúnan el movimiento dramático y el sentimiento trágico. En esta composición ha utilizado una pincelada suelta y con una gran cantidad de materia, con la que ha creado texturas, mostrando a un artista menos centrado en el dibujo y más en la cualidad pictórica."

Cristo muerto con tres ángeles dolientes, 1660, A. del Castillo

"Tuvo varios discípulos, y especialmente Pedro Antonio, y Manuel Francisco, pero ninguno que llegase a la eminencia de su maestro. 
Acisclo Antonio Palomino."

Información logística de la muestra

Fotos del autor y de los documentos de la exposición
Bibliografía de los textos expositivos

viernes, 28 de octubre de 2016

ANTONIO DEL CASTILLO EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE CÓRDOBA, GRANDES ENCARGOS

Capìlla actualmente

Antonio del Castillo fue en un momento de su historia el artista más solicitado en Córdoba, las Ordenes Religiosas eran unos de sus principales clientes, por ello su obra está repleta de pintura religiosa. La capilla del antiguo Hospital de la Caridad, habitual Sala IV dedicada al Arte barroco cordobés, y que era el sancta sanctorum de Antonio del Castillo, ahora recoge los grandes encargos del maestro. 

Cúpula de la capilla

Han salido de allí temporalmente, durante el tiempo que dure la muestra, las obras de: Juan Valdés Leal -Sagrada Familia y Virgen de los plateros-, Juan de Alfaro y Gámez, la competencia, Juan de Mesa, Juan Luis Zambrano y Antonio Vela Cobo, que comparten habitualmente sala con Castillo. La sala con la cúpula decorada con retratos de las sibilas, y la lápida de la cripta, es una de las más importantes del Museo, completada con la maravillosa portada exterior.

Portada exterior

"Tras la muerte de Luís Zambrano en 1639, Antonio del Castillo será progresivamente solicitado tanto por clientes particulares como por las grandes órdenes religiosas, hasta acaparar a mediados del siglo XVII todos los encargos en la ciudad de Córdoba. Cuatro fueron los proyectos más importantes que afrontó el talleres de Castillo en esos años: la decoración de la capilla de la cárcel del Tribunal de la Inquisición; la decoración de la escalera principal de convento dominico de San Pablo; y el claustro y otras dependencias del convento de San Pedro el Real y de la iglesia del Hospital de la Caridad.

“ESTA BOVEDA ES PROPIEDAD DE LA M(uy) Y(lustre) HERMANDAD 
DE LA CARIDAD  QUES SIRVE EN ESTE R(eal). HOSPITAL  PARA 
ENTER(r)AMIENTO DE LOS SEÑORES QUE LO COMPONEN. AÑO DE 1832”

El estudio de estas intervenciones permite apreciar tres aspectos fundamentales de sus obra: la manera en la que abordó cada encargo en función del tamaño y el espacio al que iba destinado; el tratamiento de los asuntos más controvertidos, creando nuevas iconografías como la de San Fernando presentando a San Pablo la fundación del convento de Córdoba; y por último, el valor simbólico de algunas de sus composiciones, como el Calvario para la Inquisición.

CAPILLA DE LA CÁRCEL DE LA INQUISICIÓN

El Tribunal de la Inquisición, fundado por los Reyes Católicos, se estableció en el alcázar de los Reyes Cristianos en 1482. Se desconoce cuál fue la decoración original de su capilla, ubicada en el actual salón de los Mosaicos. Sí sabemos, en cambio, que la renovación pictórica de esta decoración se llevó a cabo a raíz de la beatificación en 1662 del dominico aragonés Pedro de Arbués, primer santo español de la Inquisición.

Calvario, 1659. A. del Castillo

El lienzo principal de esta reforma, situado en el altar, fue este Calvario de Antonio del Castillo, proveniente seguramente de la decoración original. La obra, pensada para conmover la conciencia de los reos, presenta la figura de Cristo muerto y clavado sobre una cruz semidesbastada. A sus pies lloran, afligidos, la Virgen y san Juan. Al fondo, la ciudad de Jerusalén asoma en la penumbra con una muralla que pudiera recordar la de la ciudad de Córdoba. Al igual que sucede con otros pintores, en esta obra se evidencia el uso que hace Castillo de estampas de artistas flamencos como inspiración para sus composiciones.

Imposición de la casulla a San Ildefonso, hacia 1645-1647, A. del Castillo

CONVENTO DE SAN PEDRO EL REAL

La decoración del convento de San Pedro el Real, fundado por Fernando III, fue uno de los principales encargos de Antonio del Castillo y estuvo precedido de la intervención de otros pintores, incluido su padre. Se sabe que para el claustro alto pintó esta 'Imposición de la casulla a san Ildefonso'.  Con una composición novedosa, la escena refleja el momento en que el arzobispo de Toledo recibe la casulla del cielo.

Bautismo de San Francisco, Hacia 1663-1665, A. del Castillo

Para otras dependencias, como el colegio o las celdas de los legos, realizó la 'Aparición del Niño a san Antonio de Padua', donde representa al santo franciscano estudiando en su estancia mientras recibe la inspiración divina. Sin duda, su obra más relevante fue el 'Bautismo de san Francisco', encargada en 1662 por un noble local para el altar del renovado claustro del convento. Castillo se inspiró en diferentes estampas y firmó como 'Non fecit Alfaro' (No lo hizo Alfaro). Esto se debió a la competencia con el también pintor cordobés Juan de Alfaro, que había sido su discípulo y firmaba sus obras como 'Alfaro pinxit' (Alfaro lo pintó).

Aparición del Niño a San Antonio de Padua, 1645, A. del Castillo

CONVENTO DOMINICO DE SAN PABLO

Como maestro del principal taller de la ciudad, Antonio del Castillo recibió el encargo de decorar la escalera del convento dominico de San Pablo durante la década de 1650. El pintor concibió un programa iconográfico similar al que ya tenían otros conventos. En el se introducía a los santos franciscanos San Francisco de Asís y San Buenaventura, además de a los dominicos Santo Domingo de Guzmán, Santo Tomás de Aquino y San Vicente Ferrer. El conjunto incluía un lienzo que representa a las dos santas predilectas de la orden, Santa María Magdalena y Santa Catalina de Alejandría.

 
San Vicente Ferrer, 1655, A. del Castillo

 San Francisco de Asís, 1655, A. del Castillo

Sobre todo, destaca San Fernando presentando a san Pablo la fundación del convento de dominicos de Córdoba. Esta obra monumental rememora la fundación del convento por el rey castellano el día de san Pedro y san Pablo de 1236, como recuerda una cartela donde, además, parece estar la firma del artista. En la obra no faltan alusiones a las ruinas de la Antigüedad, y se presenta la portada de acceso al recinto conventual antes de su sustitución en el siglo XVIII.

Santo Domingo de Guzmán, 1655, A. del Castillo

 
San Fernando presentando a San Pablo la      Santo Tomás de Aquino, 1655. 
        fundación del convento de dominicos de                          A. del Castillo
                  Córdoba, 1655, A. del Castillo                                                                                                     
Santa María Magdalena y Santa Catalina de Alejandría, 1655, A. del Castillo
  
HOSPITAL DE LA CARIDAD

La iglesia del hospital de la Caridad formaba parte del establecimiento hospitalario regentado por la hermandad homónima, cercana a la orden franciscana y a la que pertenecía gran parte de la nobleza cordobesa. Actualmente es la sede de este Museo de Bellas Artes de Córdoba.

San Pablo, 1650-1655, A. del Castillo

De la misma era titular un Cristo crucificado que se veneraba en su iglesia. Hacia mediados de la década de 1650 se decidió dar a esta imagen una mayor presencia, encargando a Antonio del Castillo unas pinturas de San Pedro y San Pablo -santos protectores de dominicos y franciscanos en la ciudad- para que la flanquearan en el retablo mayor. Castillo trató estas imágenes con ese gesto característico de adelantar un pie por encima de la línea de tierra para darles mayor naturalidad.

San Pedro, 1650-1655, A. del Castillo

En 1857 se desmembró el conjunto. Las pinturas fueron adquiridas para el Museo unos años más tarde y el Cristo titular pasó a la parroquia de San Francisco, donde se le continúa rindiendo culto."

Información logística de la muestra

Fotos del autor y de los documentos de la exposición
Bibliografía de los textos expositivos