viernes, 31 de diciembre de 2010

INDICE DE ENTRADAS NOTAS CORDOBESAS AÑO 2010

INDICE 2010 ( 196 ) NOTAS CORDOBESAS

ENERO ( 23 )


FEBRERO ( 18 )


MARZO ( 21 )

ABRIL ( 22 )


MAYO ( 20 )


JUNIO ( 12 )


JULIO ( 17 )


AGOSTO ( 15 )


SEPTIEMBRE ( 16 )


OCTUBRE ( 10 )






EL CASO RARO DE LA CASA DE LOS ANGULOS

Fachada de la supuesta Casa de los Angulos.

Todos los días cuando paso por la plaza de San Andrés, me llama la atención el caserón que hay en el número uno de la misma. Tiene un enorme patio interior y una palmera en el centro del mismo. El libro de los Casos Raros de Córdoba, recogen un caso que sitúan en lo que llaman Casa del Marqués de Villaverde, y D. Teodomiro Ramírez de Arellano discute ello por estimarlo un error, primero porque nunca vivieron en esa casa, y segundo porque el título nobiliario es posterior su concesión a la fecha del caso, 1597. D. Teodomiro sitúa la leyenda, por tanto, en la Casa de los Angulos.

Cuando en su libro hace una descripción de la plaza de San Andrés, después de citar la casa que entonces era propiedad de Antonio Castilla, de fachada renacentista, con dos ajimeces similares al que hay en la actual calle Barroso, dice también que enfrente: “...hay unas hermosas casas de pobre exterior, propiedad del señor don Rafael Cabrera, quien las adquirió del señor marqués de Villaseca. Es la solariega casa de los Angulos, una de las familias más ilustres de España, y a quien principalmente representan los marqueses de Guadalcázar por el señorío del Alizné...”, y continúa aclarando: “Entre los conquistadores de Córdoba figura el nombre de Martín Sánchez de Angulo. Aquí estableció su casa, ya casado con doña María Freire de Andrade,”  por lo que podemos entender que el error es el de cambiar Villaseca por Villaverde.

Ajimeces de la casa renacentista.

Expuesta esta aclaración pasamos a la leyenda o al caso raro, como queramos llamarla. Cuenta que la plaza del Salvador fue un lugar de contratación de mano de obra, una mañana posiblemente por obtener un trabajo, que a todas luces debía ser mísero como los tiempos, se generó un altercado entre los ansiosos obreros por poder llevar algo de dinero a su casa, y en el mismo resultó muerto uno de ellos. El causante de la muerte –nos sabemos quién fue el agresor- corrió San Pablo abajo perseguido por los aguaciles, y cuando iban a alcanzarlo se metió en la casa de los marqueses. El titular había fallecido esa noche y aún estaba el duelo en la casa. Los aguaciles pidieron permiso a la viuda para buscar en la ella, pero ésta les dijo que allí no había entrado nadie y que se sentía muy incomodada por que la molestaran en tan tristes momentos.

Uno de los perseguidores se quedó en la puerta y otro fue a ver al corregidor D. Jerónimo de Mendoza –debo aclarar también que he buscado en los corregidores que ha habido en ésta ciudad y no he encontrado ninguno con ese nombre, cuestión  posiblemente errónea también-. Este hombre, continua reflejando el caso, era pequeño y delgado pero irascible y bastante duro, equilibrando con el genio las otras carencias físicas. D. Jerónimo se personó en la casa y le manifestó a la reciente viuda su contrariedad por no colaborar con la justicia en permitir el registro de la casa, y que por ello podría escapar el culpable. La compungida marquesa le explicó que, no era el momento de revolver su casa con el drama de la muerte de su esposo y más aún estando de cuerpo presente, diciéndole que, seguramente, si había entrado, ya habría huido de allí.

El corregidor entró en una acalorada disputa con ella, no atendiendo a sus razones, dando órdenes a los aguaciles para que registraran la casa. La marquesa haciendo alarde del orgullo característico de los aristócratas se levantó y salió al balcón a ordenar a sus criados que impidieran el registro y expulsaran a los alguaciles de su casa, en esto el corregidor la cogió del brazo y eso hizo que ella hiciera un movimiento que, sumado a su corpulencia y a poca del corregidor, hizo a éste caer por el balcón muriendo en acto.

Vista aérea de la supuesta Casa de los Angulo.

Si importante fue el revuelo por impedir el registro, mayor fue por la muerte accidentada de la primera autoridad de la ciudad. Llegó mucha gente y el Alcalde de Justicia, quien hizo registrar la casa pero no fue hallado el buscado. Decretó que la casa se constituyera en prisión para la marquesa poniendo una guardia en ella. Al día siguiente se efectuaron ambos entierros y con una gran rapidez se celebró el proceso, y aún a pesar de los ruegos de la nobleza cordobesa fue condenada a muerte la marquesa, más como estaba embarazada se le dio un plazo de unos meses hasta que diera luz a la criatura.  En evitación de que ocurrieran más desgracias, el rey -no dice la leyenda cual, pero por las fechas debía ser Felipe II (1556-1598)-, dio orden de que se trasladará a Madrid y que el Duque de Osuna –posiblemente Pedro Téllez–Girón y Velasco-, se hiciera cargo de ella en su casa. El Duque trató de influir en el rey, pero este se mostró inflexible, no obstante pasó el tiempo y ya próximo el parto, volvió a pedir el Duque audiencia y le dijo al monarca que: “no iba a pedirle la vida, porque sólo era digna de la muerte, pero sí que por lo que más amase en el mundo sacase de pila y tomase bajo su amparo al infeliz fruto de sus entrañas, que al venir al mundo se encontraba sin padre y a su desgraciada madre en el camino de la eternidad. La triste situación de esta señora, unida a sus relevantes prendas de hermosura, nobleza y gallardía, conmovieron al rey, quien le dio palabra de acceder a su demanda.” O sea que la belleza era también, entre otras cosas, un atenuante penal para la aristocracia.

Bautizóse el hijo póstumo del marqués, y el Duque con otros miembros de la nobleza intercedieron nuevamente ante el rey que accedió a que no volviera a Córdoba, si no a Écija dónde fijo su residencia. Y colorín colorado… Como se podrá ver, como en casi todas las leyendas o casos extraños, las imprecisiones son notables. Ya en nuestros días, en la casa de al lado, un establecimiento de bebidas –que aún está pero cerrado- sucedió otro accidente, creo que con resultado de muerte.

Bibliografía: Casos Raros de Córdoba y Paseos por Córdoba.
Fotografías: de Google.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

LA CALLE DE MANCERA

Calleja de Mancera desde la entrada de Gutiérrez de los Ríos

El otro día, cuando hablábamos de la Casa del Duende, hacíamos referencia a una calleja que existe de tiempo inmemorial frente de la citada casa y que, además se ve reflejada también en la porción del plano que se publicaba. Es una calleja sin salida que se llama Mancera, y de nombre antiguo Mansera, con entrada por la calle Gutiérrez de los Ríos o Almonas.

La "presunta" Casa del Duende desde la calle Mancera, en la esquina de Pintor Bermejo.

Una mancera o esteva es una pieza que colocada en la parte de atrás del arado, sirve para dirigir la reja y apretarla contra la tierra, además de servirle de guía, es la pieza corva y trasera del arado donde se apoya la mano del que ara.

 Rótulo de la calle con el azulejo debajo del nombre antiguo

Cuentan allá por la mitad del siglo XVI, en el Santuario de la Fuensanta, en su pórtico, entre los votos, ofrendas por los milagros recibidos, existe una tablilla, que dejó allí en su día un obrero del campo, un labrador. Era el día de la Fuensanta, y el citado trabajador se puso a trabajar sus tierras. Otro amigo, le recriminó el que trabajase el día de la Fuensanta, a lo que el primero le contestó que a él no le importaba los días de nadie, que lo que le importaba era su propio interés y su casa.

Como se conoce que, el desprecio a su Día, no le sentó nada bien a la virgen, dicen que providencialmente -no veo yo la providencia por ningún lado-, de pronto al decir lo mencionado, se le quedó la mano pegada a la mancera, sin que, a pesar de los esfuerzos que hacía se la pudiera despegar. Con la madera pegada a la mano, conocedor del “feo” que le había hecho a la Virgen de la Fuensanta, se fue corriendo al Santuario, mancera en mano, se postró de rodillas ante la imagen y le pidió sinceramente perdón por la ofensa. Como por arte de magia, al terminar la oración se le soltó la mano de la madera, y entre llantos dio las gracias por el favor recibido, dejando allí la madera marcada con su mano, como símbolo y testigo del milagro ocurrido. 

Partes del arado

Si miramos el esquema del arado romano, vemos que si desde el terreno, tuvo que ir el "Mancera" con el arado hasta el Santuario, ya había cumplido de antemano la penitencia por el agravio, aunque es cosa complicada desde luego. Luego, viendo el detalle de la mancera, que tiene una hendidura, en el ánimo como siempre de buscarle una justificación al milagro, podemos pensar que se le podría habersele hinchado la mano por cualquier razón, y en el propio terreno de labor asustarse y rogar el perdón, bajado la hinchazón y ya está el milagro realizado, pero...

Detalle ampliado de la Mancera

Aquello fue muy sonado en la ciudad, y este pobre hombre era señalado al pasar por la calle, como parte del suceso y de las “malas maneras” de la virgen, porque la verdad, buenas, lo que se dice buenas, no fueron. A raíz de ello se quedó con el apodo de "Mansera", “secula seculorum” como la tabla del arado. Como era vecino de la citada calle, se la llamó desde entonces la calle de Mansera, modificada por el paso del tiempo llamándose Mancera, que es como se la conoce ahora.

Para terminar,  unas curiosidades: En Cuba se llama mancera a la artesa que se pone debajo de las mazas del trapiche, en los ingenios del azúcar, para que el zumo de la caña caiga en ella. Luego existen unos pueblos, como los de Villa Arriba y Villa Abajo del detergente, que son Mancera de Arriba en Avila, y Mancera de Abajo en Salamanca.

Bibliografía: T. Ramirez de Arellano.
Fotos del autor y de la red.

lunes, 27 de diciembre de 2010

CUATROCIENTAS ENTRADAS EN EL BLOG



Cuando decidí -siempre empujado por Conchi, que es sostén de este “mamarracho” que suscribe, antes lo fue Lola, mi madre, pues queramos o no siempre nos sostiene el género contrario-, abrir un blog y llenar de caracteres páginas digitales en blanco del Word o de previo papel, virgen o no, nunca pensé llegar a cuatrocientos trabajos. Hoy los cumplo, bueno los cumplimos, porque aunque uno escribe “sus cosas o sus notas sobre esta ciudad”, sin espectadores no hay posibilidad de teatro o circo. Por lo tanto, sin los lectores esto sólo serían cuatrocientos papeles digitales manchados, aderezados por fotografías y ya está.

Otra de las cosas que te permiten el hecho de rellenar estos espacios, es conseguir amigos y amigas. Unos te ponen en situación de firme, y otros te dan una palmada en la espalda, ambas cosas son necesarias, la primera para que no te lo creas y la segunda para que no decaigas. Hay momentos muy prolíficos y momentos de producción cero, según el ritmo circardiano, en una palabra de diario, sumados a las influencias de todo lo que nos rodea. Unos tiempos eufóricos y otros pesarosos. Lo importante es utilizar siempre una de las cuatro reglas, la suma. Es cierto que sería mejor la multiplicación, pero el paso corto siempre lleva más lejos, es el dosificar el caminar.

Mi padre decía que, “sabiendo las cuatro reglas, leer y escribir, ya podías ser un hombre de provecho”, puede pensarse que esto viene poco a cuento, pero lo decía mi padre y trasladado a su época era cierto. Y lo menciono también porque él me enseño a leer y a escribir, luego la Amiga de la cale Badanillas, Señoritas Carmela y María, un poco el colegio S. Eulogio y otro D. Enrique en el San Antonio de Padua, hicieron el resto. Sin ese punto de partida de la lectura esto de hoy, las cuatrocientas entradas en este blog, hubieran sido imposibles. Luego con el transcurso del tiempo José Muñoz se fue quedando un poco atrás, por el enorme salto tecnológico dado por la sociedad, yo creo que en menor medida que yo con mis hijos, por haberme movido en parámetros muy cercanos a los de ellos de siempre. Todavía me considero muy parejo a sus conocimientos, aunque iniciando el declive, desde luego me estoy refiriendo a los intelectuales o tecnológicos, no a los de la vida que es la rama alimentada por la experiencia, aunque ya se sabe, ”hay quien lleva cuarenta años de municipal y no sabe dónde está el ayuntamiento”.

Claudia

Hoy, viendo a mi nieta Claudia que es -no voy a dejarme llevar por la pasión-, listísima, como la mayoría de los niños y al mencionar la mayoría suavizo lo de la pasión, que quieras que no está ahí.  Todavía no tiene cuatro años y ya escribe su nombre y aún a pesar de que aún no lee de corrido, conoce las letras y números; cuenta y tiene una memoria prodigiosa. Y domina otras facetas que hace muchos años otros niños no teníamos con la ayuda de la tecnología actual, por ejemplo: conoce los colores; números; días de la semana; etc. en inglés, y maneja todos los artilugios electrónicos sin ningún tipo de problema. Antes con una cartilla, un lápiz de Johann Sindel, una goma Milán, y unas lecciones a la luz de una lámpara incandescente de 40 vatios, te tenías que apañar. También la gran enciclopedia del saber, la Dalmáu Carles Pla de Grado Medio colaboraba, o la radio -el que la tenía-, y esa era toda la percepción exterior. Hoy las percepciones exteriores son inmensas así como los medios y las posibilidades. Yo me imagino la satisfacción de mi padre conmigo, semiatracción circense, que con algo de menos edad que ni nieta, ya leía casi perfectamente gracias a sus lecciones, cuando me hacían leer el periódico en público.

Enciclopedia Dalmáu Carles Pla, Grado Medio.

La posibilidad actual del medio que nos ocupa, de expresar con texto, imagen o sonido, o sonido e imagen mezclados –vídeo-, lo que quieres decir libremente, “sinde” que nadie te coloque una espada de Damocles en la cabeza, es algo que debíamos proteger con toda la fuerza posible. La posibilidad de que lo que haces, en el mismo momento que lo haces, lo vea todo el mundo que tenga acceso a la red de redes, Internet, y que quede ahí para su consulta posterior -no sabemos hasta cuando-, pero que quede -salvo que un día ocurra el cataclismo del PEM (pulso electromagnético), u otro cataclismo humano-, es difícilmente creíble. Nuestras mentalidades de tiempos en los que la censura, persecución, cárcel y muerte, formaban parte de los frenos a la libertad de expresión y de pensamiento, difícilmente podrán liberarse de ese aspecto negativo. Por ello es necesario defender como podamos, uñas y dientes si es necesario la posibilidad de que, las generaciones venideras, puedan seguir utilizando este medio y otros libremente, aunque las perspectivas del mundo actual señalan un gran retroceso en todo, social, intelectual y en materia de libertades individuales y colectivas, si no al tiempo, y ojalá peque de pesimista. 

Primeras Notas de Claudia

Como estamos en un mundo computarizado, el protocolo HTTP, 400 es un código de una solicitud de mal cliente. CD (siglas de compact disk también) significa cuatrocientos en la numeración romana, y HHHH en la griega. El círculo se divide en 400 grados centesimales. 400 es el 111110000 del sistema binario, y el 190 del hexadecimal. Su cardinal es cuatrocientos y su ordinal cuadringentésimo. Y como siempre, desvarío y me salgo “por los cerros de Úbeda” y digo “pegos”, todo ello para aderezar y decir lo importante que para mí son cuatrocientas entradas, impensables el año pasado, vamos que son muchas entradas.

Lo único cierto es que lo celebro, y no me creo aún haber llegado a este número, por ello doy las gracias a la “empujadora” citada en el primer párrafo, y a Pepe Muñoz mi padre. Y a todos los amigos/as que con sus comentarios, palmadas o críticas, o simplemente sabiendo que están ahí, aunque no compartan lo expresado -que además es lógico-, me enriquecen diariamente.

Gracias a todos por aguantarme.