domingo, 1 de mayo de 2011

EL CERRO DE LOS CRÁNEOS, DE DESIDERIO VAQUERIZO.

Portada de la novela (parte del oleo "Plegaría en las Ermitas de Córdoba", de Tomás Muñoz Lucena, Diputación provincial de Córdoba).

Un descompasado ataque de estreptococos en las amígdalas, que a estas alturas creía ya superado, como decía D. Emilio Maya, -De mayor esto perderá virulencia- y, evidentemente hacía mucho tiempo que no se instalaban en ese lugar. La utilización de un antibiótico -que parece gustaba a los Streptococcus pyogenes -, por problemas alérgicos no confirmados, han prolongado casi una semana lo hubiera durado dos días con el descubrimiento del Dr. Fleming. Bien es verdad que decían tres días de subida y tres de bajada, y eso es en realidad una semana.

Invitación a la Presentación del libro en Moratalla.

Pues bien eso me impidió asistir a la presentación del libro en Moratalla, en ese extraordinario marco versallesco que dirige comercialmente Paco Mulero, de las Casas de la Judería. Sin obviar la belleza del lugar me preguntaba el porqué de la presentación allí, y hasta que no leí la novela no lo comprendí, el desarrollo de la trama de “El Cerro de los Cráneos”, nace y muere allí en Hornachuelos. Afortunadamente mi amigo Paco Madrigal asistió y seguro tiene unas extraordinarias muestras fotográficas de la misma.

Preciosa fotografía del Seminario de los Ángeles, de Vicente Gómez Córdoba.

Como “no hay mal que por bien no venga”, máxima de la sabiduría del pueblo, que para mí no es popular afortunadamente, de una “sentada” leí la novela, de cuatrocientas treinta páginas, que me había regalado Conchi, que también se quedó sin la visita a Moratalla. Se me acusa de leer en plan fotocopia de página, y que puede que algo se me escape, pero creo que es mínimo. Puede que alguien lea hasta el “copyright” y sin embargo por falta de comprensión se pierda más. Esta manía me viene desde que leía mucho inglés técnico, que me obligaba a ir a la sustancia científica del artículo, desechando la gramática anglosajona que se me resistía.

Portada de "La Montaña de los Ángeles", de D. Alejandro Guichot.

Volviendo a la novela, la realidad es que en principio me pareció lenta, pero se va animando a medida que te vas introduciendo en ella, en su historia, que incluso para vencer a la muerte psíquica, resultado de unas físicas, introduce un toque erótico que es, como siempre el antídoto de todos los males, el amor. Pero Esteban (el protagonista), como tonto, se lo inyecta de veinticinco años menos. Podría haber sido una madura y en lugar de estudiante profesora, pero no, siempre más joven, buscando el elixir de la eterna juventud.

Un grabado del Siglo XVII, de los dos que ilustran la novela.

El suspense que durante toda la novela existe, la descripción de personajes y lugares, de hechos concretos, de actuaciones de la religión, de engaños, de crímenes sin resolver, con mucha tierra encima, hace que no la sueltes para no perder el hilo argumental. Luego hechas mano de Google, y te llevas la decepción de que por su verticalidad el lugar no es adecuadamente visible. Te vas a otros lugares de consulta que te llevan también en Google, en este caso Doc, al libro “La Montaña de los Ángeles” de D. Alejandro Guichot, que lees en las partes que te interesan, que llama a la montaña el "Monserrat de Andalucía", y que junto con “D. Álvaro o la fuerza del sino”  de D. Ángel de Saavedra, son los pilares históricos de la trama.

El otro grabado del Siglo XVII.

Incluso te acuerdas de un valiente comentario, del familiarmente admirado bloguero, Molón Suave, que estuvo internado allí, en ese seminario, y que el autor por boca de sus personajes confirma. Eso te hace estar deseando de soltar la colonia de estreptococos, para dirigirte a él y recomendarle la lectura de la novela. Es tal la mezcla de la ficción y la realidad que la frontera entre una y otra se difuminan, por lo menos para mí.  Luego se acrecienta el deseo, de años atrás, bastantes, de visitar el lugar que, en el fondo no deja de ser uno de esos fantasmas arquitectónicos de la dictadura del general bajito, como la Aduana, e incluso Los Morales, por poner ejemplos cercanos, pero con una belleza natural especial, e incluso esperas encontrarte con Doña Eres, Práxedes para los que no tengan aún confianza con ella.

Me recordó también otra novela del autor, “El Árbol del Pan”, en la que nos trasladaba Desiderio Vaquerizo a la Córdoba romana, y que junto con el “Callejón del Lobo” y “Chocolate con Veneno” me parece son, de momento, la tetralogía actual del autor, eso en novela porque en literatura científica se puede mirar aquí su prolífica obra. Es una entretenida y didáctica novela que merece la pena leer. Claro posiblemente a algunos le acreciente “la admiración de los mezquinos”, como en una cita de B.Prado se llama a la envidia.

Para terminar, el autor, en una nota al final, pide respetuosamente disculpas “…y todos sepan comprender que las opiniones vertidas por los personajes son cosa de ellos, sin que el autor deba, necesariamente compartirlas”.  Bueno, pues vale.

6 comentarios :

Talbanés dijo...

Es realmente impresionante la imagen de ese enorme edificio en la sierra cordobesa. Un saludo y enhorabuena por la entada Paco.

Paco Muñoz dijo...

Si Andrés, impresiona. Lo mismo me pasó a mí. Ante otro que era un edificio de los jesuitas, en el Brillante, la Aduana, verlo desde abajo me impresionó también, no se si lo conoces.

Vértice dijo...

Pues estuve a punto de comprar el libro el viernes pasado en la feria, pero la verdad es que no me han hablado muy bien de el, así que me compre "La Tierra de las Cuevas Pintadas" de Jean M. Auel.
Un saludo.

Paco Muñoz dijo...

Ya me comentarás Emilio que tal es. Hombre es aspecto novelesco es cuestión de gustos desde luego, pero el aspecto de historia ficción me gustó.

abandonoseneltiempo dijo...

La verdad que me ha picado la curiosidad ese libro con lo que me encanta la historia, lo voy a intentar comprar y además como he visitado ese lugar más emoción va a tener , por lo menos esa mi humilde opinión. Me ha encantado esta entrada Paco, enhorabuena. Un abrazo.

Paco Muñoz dijo...

Pues ánimo que está muy interesante. Un abrazo.