viernes, 31 de enero de 2014

EL POZO DE LA CORTIJADA DE ORIVE BAJO

Fachada noroeste de la cortijada Orive Bajo

Ayer tocó expedición por el arroyo de Pedroches, antes de recibir la incorporación de Barrionuevo, ya alimentado también por el Villares, y La Ventilla. La búsqueda era un pozo de la cortijada de Orive Bajo, Uribe en otros textos. Nunca es mi intención enmendar ninguna plana, ni mucho menos, pero a este cortijo le llaman en todos sitios Cortijo de Valero. 

Explanada de la entrada

En un plano de 1872, que amablemente me facilitó Manolo Trujillo, de la Plataforma A Desalambrar, sitúan la cortijada de Valero en la margen derecha del arroyo Pedroches, entre éste y el Arroyo de Santo Domingo, y el que nos ocupa está en la margen izquierda del arroyo de Pedroches, en altura, dominándolo desde arriba. 

Entrada principal y arco ojival al fondo

Cuando se varía el toponímico, por la razón que sea, y en estos tiempos de tan enorme acceso a la información y sobre todo con la posibilidad de colocación de ésta, en lugares que pueden ser consultados con notable facilidad, se acentúan los errores, y se perpetúan. Reitero lo dicho de no enmendar la plana, máxime teniendo en cuenta que quien esto suscribe, es un lego absoluto en la materia topográfica, toponimia y topo todo. 

Otro ángulo de la cortijada

Lo que ocurre es que si tenemos acceso a una información de 1872, en este caso, y aun considerando que el topógrafo que la firma pudiese también equivocarse, estimo que sería necesario determinar que lo lógico es que  aceptemos la información más antigua. Dicho esto, solamente para situar el toponímico de la cortijada desde mi punto de vista, y esperando que se pueda aceptar, o alegar lo que sea en contra, continuamos con la expedición.

Puerta este

Emilio Fernández y Abén Aljama, son dos intrépidos investigadores de la geología y muchas más disciplinas de nuestro entorno, y yo tengo la suerte de contarme entre sus amigos, y de que me avisen para poder disfrutar de estos paseos investigadores. Cuando uno es pequeño lo tienen que llevar a los sitios los mayores y cuando es mayor lo tienen que llevar los más fuertes. Tengo además la suerte de que se adaptan a mis posibilidades para que la ruta me sea más llevadera, cuestión que agradezco considerablemente. 

Fachada noroeste de la cortijada de Orive Bajo

Ayer tocó visita a los terrenos de Orive Bajo, en otros textos Uribe Bajo, pero Orive en el fondo. Vehículo automóvil, hasta la casilla de peones camineros del Km. 5 (más o menos) de la antigua N-432, y bajada al arroyo de Pedroches, por la pista que se acondicionó para la construcción de la autovía de la ciudad, la primera que se hizo, despreciando la solución V, que al final, será la que se construya cuando... (eso no lo sabemos) dejen de robar a manos llenas, y la clase política sepa que el dinero del pueblo es finito, y está para mejorar la vida de éste que es quien la pone y la quita. 

Arco ojival en el patio

Como para la construcción de esa tramo de vía de la N-IV , desde los Cansinos a los Visos, se utilizó el material de la cantera de Santo Domingo. Para evitar el rodeo por el Brillante, se buscó la solución de hacer una pista que saliera a la N-432 a la altura de la citada casilla de Peones Camineros, y así acortar el camino hasta el tajo de la autovía en construcción. Se pusieron unos enormes tubos en el cruce con el arroyo de Pedroches, que éste se encargo de destrozar en una de sus riadas, y se habilitó la citada ruta para circular los camiones con la piedra. 

Ruina interior

Ese cruce del arroyo lo es de caminos también; el que continúa hacia abajo, hacia Trinidad, hasta el Puente de Hierro; el que va a la citada cantera y valle del arroyo de Santo Domingo, el que por la margen derecha del arroyo de Pedroches nos encamina hasta el precioso valle del cortijo de Barrionuevo; y el que por la margen izquierda del mismo arroyo, nos lleva, desde los terrenos de los Mártires -que es donde estamos, lugar de  la famosa fuente de Los Mártires, que sirvió al imperio romano para abastecer también a la ciudad desde allí (unos de los ramales de Aqua Domitiana Augusta), y que no encontré cuando la busqué, a pesar de cuando pequeño haber sacado agua de ella, en su llano de peroles-, hasta en entronque con el arroyo  de Barrionuevo, y sus enormes eucaliptos.

Lo que estimamos un silo

Pudiera ser el citado Camino Vecinal 43. "El que partiendo del que precede en la fábrica de fundición del arroyo de las Piedras y atravesando la vía férrea de Belméz se dirige por terrenos de la hacienda de Mirabuenos, hazas de particulares y los de la huerta de Don Marcos a la azuda del arroyo de Pedroches, desde cuyo punto prosigue por tierras de las huertas de la Trinidad, los Mártires, Orive el bajo, cueva de las Cabras, los Villares y lagares de Barrionuevo y de Jesús, terminando en el santuario de Santo Domingo." 

El tornillo de madera

"El que precede en la fábrica de fundición del arroyo de la Piedras", cuyo cauce está ocupado por una empresa de ascensores, perreras, cuadras, talleres, etc., y el que a pesar de haber denunciado la ocupación ilegal del cauce hidráulico entubado, a la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Córdoba, mira ésta para otro lado, mientras se consolida su expolio por los usurpadores. Que a lo peor da derecho a la nuda propiedad cuando pasen los años.

Brocal del pozo

Debo pedir perdón por ramificar tanto la descripción de lo que nos ocupa, la expedición investigadora de una cavidad en la cortijada pero, es que es tan grande y penosa, la sensación que uno tiene de vivir en un país de delincuentes de todo tipo, que impunemente hacen de su capa un sayo, y la autoridad no ejerce, mientras los políticos elegidos piensan en el sexo de los ángeles. 

Abén iniciando la bajada bajo la atenta mirada de Emilio

Y nunca mejor dicho refiriéndonos a los que ahora dirigen los destinos de esta ciudad, aunque los anteriores en el pecado también llevan la penitencia, ya que estamos con alegorías celestiales. Que no da uno un paso sin poder evitar pisar a más de uno, y la pena es que el pisotón es metafórico cuando el deseo interno sería que fuese físico con  bota de clavos. Malditos sean.

Interior del pozo

Pues desde los terrenos de los Mártires, hasta el Orive Bajo, antes de Cueva de las Cabras en la Meseta Blanca -otro lío con el toponímico- que catastralmente es terreno de los Pradillos, llegamos, cruzando el arroyo de Pedroches que estaba permisivo, a la cortijada, después de una considerable cuesta que forzaba a Emilio, preocupado por mí, a mirarme repetidas veces después de haber elegido la subida más cómoda. 

Abén comprobando las cuerdas

La sensación cuando se llega a un lugar abandonado de ese calibre es, por una lado de pena y otro de alegría, pena por imaginar el lugar en su apogeo -sin entrar en la situación posiblemente de esclavización de sus arrendadores o trabajadores antes el supuesto poder semifeudal del dueño- con el molino a pleno rendimiento, y de alegría por imaginar los atardeceres en la explanada de la entrada principal y los agradables veranos de sus umbrías. 

Detalle del interior

Una colección de áloe vera silvestre, delimitaban el talud, por debajo del muro de contención que nos hizo pensar en su construcción por las ciclópeas piedras que lo componían. Un arco ojival, presidía el patio en el lugar donde se sitúa lo que consideramos el silo del material, y otro de otro estilo. En el centro, sin brocal, el pozo o cavidad a examinar. Una hermosa orza, yacía destrozada en el suelo del lugar que, seguro algún energúmeno de los que visitan los lugares más para destrozar que para admirar, se había entretenido en ello y había sido el titular del daño innecesario. Emilio dijo haberla visto entera meses atrás en un rincón del recinto. 

Lo que llamamos zócalo en el interior

El pozo llamaba la atención y estimamos que podía ser un aljibe para el agua de lluvia, aunque el interior parecía sospechar que estaba excavado también. Ritual sagrado de Abén de preparación del material espeleológico, anclajes adecuados de las cuerdas, arnés, etc. Ayuda inestimable de Emilio y estorbo de quien suscribe más preocupado de inmortalizar los momentos. 

Emilio comprueba los anclajes de Abén

Una vez estuvo todo preparado inició el descenso Abén, pero nada más poner el pie en uno de los laterales del pozo, se desprendió parte de lo que quedaba del brocal, quedando las piedras del mismo, en una situación que hizo desistir de la bajada por la peligrosidad de más desprendimientos. Vuelta a la superficie. Y suspensión de la bajada definitivamente.

Fuente exterior

Una cortijada con un molino que se supone sería de aceite, porque en el lugar no había campos de cereal ni siquiera cercanos. Una enorme piedra de molino para moler y los escombros nos impedían conocer más alrededor de la misma. En el suelo un tornillo de madera de rosca rápida y gruesa, como los de las prensas y otro trozo en la habitación interior o lo que queda de ella. En la pared una especie de fuente inversa porque llevaba el agua del exterior a la habitación interior por una conducción empotrada en la pared. 

Conducción interior de la fuente

Una enorme viga de carga en el suelo y otra todavía en su lugar de origen. En la habitación interior otro pozo colmatado de escombros, pero con una tapa hermética que nos hizo suponer sería un silo. En suma, un lugar abandonado con una cavidad que descorazonó a Abén, primero por no haberla podido visitar, y poder sumarla a la lista de cavidades de Córdoba, y por otro felicitarnos por la prudente decisión de la suspensión de la bajada ante la más mínima sospecha de falta de seguridad.

Vista aérea general

Luego, mientras Abén investigaba los alrededores, por el llamado Barranco de Madre e Hija, buscando unos datos, Emilio y yo visitamos el eucaliptal de la desembocadura del arroyo Barrionuevo, y comprobamos como habían desaparecido todos los comederos de piedra que allí había. Años atrás -le conté a Emilio la anécdota-  visitamos el lugar camino de Barrionuevo con una pareja de amigos recién casados, prácticamente en luna de miel, y tuvimos que cruzarlo con más o menos dificultad o torpeza, pues traía bastante caudal, y escuchamos decir a la enamorada esposa: 

-Jóse, cariño, tú has sido de todos, el que mejor has pasado el arroyo. 

Desde entonces, y volviendo a los topónimos, conocemos particularmente el lugar por:  "el que mejor lo pasó Jóse" 

Cortijada desde el aire

Una construcción en la orilla derecha del arroyo y pozo en la izquierda, además de unos bebederos metálicos, eran los únicos testigos. Caminamos vereda arriba en dirección a los Pradillos, buscando un pequeño salto en el arroyo, pero desistimos por el horario laboral de Emilio, los jubilados no tenemos desgraciada o afortunadamente ese problema. Vuelta sobre nuestros pasos y entonces vimos una piedra de moler en el propio arroyo, tratas de imaginarte como llegó hasta allí y no lo comprendes. Sería rodando, como un aro. 

Plano topográfico del siglo XIX

En esta ocasión hicimos la vuelta por el margen izquierdo, ya que la ida la hicimos por el lado derecho, por no haber encontrado la entrada disimulada por la vegetación. Unos parajes bucólicos cercanos a la ciudad que la mayoría de los ciudadanos ignoran y, posiblemente, sea mejor, pues teniendo en cuenta que son usados por personas que se estiman enamorados del campo y aún existen destrozos, cuando el nivel estadístico aumente aumentaría exponencialmente el deterioro también. No hay mal que por bien no venga. 

Plano Catastral de 1951

Una hermosa mañana de finales de enero que, si bien no fue satisfactoria espeleológicamente, si por el contrario, nos sirvió para discutir los toponímicos e imaginarnos épocas pasadas. Incluso en el afán de descubrir algo, Emilio y yo discutimos sobre una formación rocosa que estimamos podía ser parte del antiguo acueducto, cosa que desestimamos. Cuando llegamos a la pista, Abén nos esperaba anotando datos en su libreta de campo. 

Polígono 81, parcela 51, 772.149 m2 Orive Bajo

Vuelta al coche, no sin antes una pequeña exploración en los arrasados terrenos de la urbanización tipo ciudad USA, que preside el hortero mausoleo, imitación "puerta de Alcalá" de color gris tumba. Color que posiblemente hace honor a los cientos de encinas y alcornoques talados del lugar. Buscábamos una entrada a una gruta similar a la de las cuevas romanas de cercana existencia, pero no la vimos.




Fotografías del autor y Google.
Planos facilitados por Manuel Trujillo de la Plataforma A Desalambrar.

domingo, 26 de enero de 2014

LA FUENTE DEL AVELLANO, GRANADA

La Fuente del Avellano
(A José Muñoz Martín, mi padre)

"/Al pie del Generalife,/ en las márgenes del Darro,/ hay una fuente famosa,/ la fuente del Avellano./" 

Subida Camino del Avellano

Esta era una de las estrofas de la letra con la que Antonio Molina publicitó la famosa fuente granadina, y que José Muñoz (mi padre) a modo de titulillo empleaba, siempre que le pedías agua: 

-¡Agüita de la Fuente del Avellano! 

Fuente que nunca habíamos visto, y agua nunca bebida. Pluralizo porque estoy seguro que él tampoco había estado en ella. También vivió veinticinco años debajo de la torre de la Mezquita -de los sesenta que lo hizo en Córdoba- y nunca subió a ésta. 

Palacio de los Córdobas

Pues bien, después de un episodio clínico, aparatoso pero sin importancia, que nos trastocó los planes en la ciudad de la Alhambra, de visita a familiares, ocupados unas horas en las urgencias del Clínico, decidimos, una vez recuperados del susto dar un paseo por el Albaicín. Antes de la visita al Carmen de la Fundación Rodríguez Acosta cuya visita teníamos programada. Por aquello de que no mal que por bien no venga. Calle Reyes Católicos, Plaza Nueva, subida en bus al mirador de San Nicolás, elemento fundamental para poder gozar de una maravillosa vista de la monumental Alhambra, para luego bajar callejeando hasta el Paseo de los Tristes o del Padre Manjón (fundador de las escuelas de niños pobres del Sacromonte, llamadas del Ave María), cuya efigie preside delante de la fuente del siglo XVII. 

Una vista del camino

El nombre del Paseo no es, parece ser por lo románticas que pueden ser las umbrías (a esa hora de la mañana) orillas del río Darro, si no porque era el lugar por donde anteriormente pasaban los entierros antes de subir al cementerio de detrás de la Alhambra que, si lo hacían por la Cuesta del Rey Chico o de los Chinos -por su empedrado, no por los que controlan el mercado mundial de la copia- era un verdadero suplicio físico el acompañamiento del finado para los dolientes y amigos. Lo digo porque, el que no haya subido a la Alhambra por el citado camino no sabe lo que son cuestas.

Entrada al abandonado Carmen de San José

Desde el paseo de los Tristes puedes subir la Cuesta del Chapiz a la izquierda, o cruzar el puente del Aljibillo para situarte en la margen izquierda del Darro. Al frente la citada Cuesta del Rey Chico, y a la izquierda el camino de la Fuente del Avellano. A primera vista llama la atención la subida inicial del mismo que es considerable, pero como el piso es bueno no se hace muy dolorosa, bien es cierto que tomándola con filosofía alpina, que es lo mismo que un paso pausado y después otro, por más señas.

Plaza de la fuente

El camino medido por GPS no tiene más de ochocientos metros, pero como una vez subida la citada cuesta inicial, se torna en semillano, bordeando la ladera del Cerro del Sol, y las vistas del margen derecho del río son preciosas, es un -ahora sí- romántico paseo. Comienzas dejando abajo el monumental Palacio de los Córdobas, y arriba del todo, con algo de voluntad puedes ver parte del Generalife. Más adelante, en una curva con mirador, en la que te vigila desde arriba el castillo de la Silla del Moro y cambias la orientación hacia el este, dejando el abrigo del Cerro del Sol, la canalización del aire de la sierra por el Valle del Paraíso se hace sentir a pesar de que la mañana no era muy fría desde luego. Pero la brisa que venía de la blancas cumbres de Sierra Nevada se hacían notar y había que subirse las "bragas" (ojo, la especie de bufanda tubular) hasta el bigote.

Fuente del avellano

En esa curva ya se ve al fondo la Abadía del Sacromonte, enorme arriba del cerro, así como el conglomerado de cuevas de este, hoy en día la mayoría turísticas, no como cuando me llevo mi padre la primera vez, allá por los años cincuenta del siglo pasado, que eran viviendas míseras de personas  excluidas -más o menos como estaremos prácticamente la mayoría si sigue el capitalismo criminal apretando las clavijas. Algunos no podemos decir eso de "si Dios no lo remedia", aunque si escuchamos mucho eso de "como Dios manda", hijos de...-. A la izquierda la entrada del abandonado Carmen de San José.

Azulejo en el que se cita a la Cofradía y a Ángel Ganivet

Desvencijados cortijos a la orilla del Darro abajo, junto a sus riberas, algunos minúsculos puentes vistos desde arriba. Riberas de aulagas, lentiscos, algún centenario olivo, romero y almendros, rellenan lo que seguro serían fértiles huertas aterrazadas. Helechos, culantrillos y ombligos de venus, hiedras, higueras, y algún nogal, todos, se nutren de la humedad de la Montaña del Sol que nos vigila y da sombra. 

Caseta de la fuente y reja de la entrada 

Con notable acierto, y rememorando lo que fue la Cofradía del Avellano que fundó Ángel Ganivet y que con motivo de este paseo me ha obligado a investigar, por la cerámica que lo cita encima de la fuente. Parece que aquello era una reunión de la intelectualidad de finales del XIX, una especie de academia helénica, donde hablaban de lo divino y de lo humano, y el agua de la fuente seguro sería lo de menos. Parece que el cenáculo duró poco, porque la muerte prematura por suicidio de Ángel Ganivet, treinta y tres años, cuando estaba de Cónsul en Riga (Letonia), lo disolvió.

Interior de la mina

Este pensador había abandonado el cristianismo pero no la moral, ésta desde luego no era burguesa, sino de ideales, voluntad y valores. En la época que le tocó vivir la política bipartidista, de caciquismo, de apaños entre los partidos turnantes (¿dónde habremos escuchado estas cosas también?), marcaban la pauta. Creía que el atraso de la nación no se solucionaría hasta que las clases menos pudientes no tuvieran acceso a una formación efectiva.

Otra vista del interior

Pero la relación de Ganivet con la Fuente del Avellano se acabó, aunque perduró en el tiempo. La fuente del Avellano fue una de las más famosas de "Graná", no podemos sin embargo olvidar a otras dos Darro arriba Agrilla y de la Salud. Y tampoco la figura de los aguadores con su borricos y cántaros repartiéndola en las fotografías de los Señán, o los dibujos de los románticos. Por otro lado parece que algunos aguadores -somos un país de pícaros- llenaban el agua de sus cántaros en la Fuente del Toro y evitaban subir a la del Avellano.

Camino de la fuente, explanada, caseta y subida a la Acequia real

Y luego las leyendas. Un caminante que pasaba por allí descubrió la fuente que manaba fresca como la nieve. Luego se conoció que sus beneficios eran considerables, una veces su sabor era agrio y otras dulzón. Y con el sabor cambiaban sus efectos, pasión en los corazones o frialdad en éstos. ¿Y qué ocurría? El hada Agrila vivía dentro de una cueva y según su estado de ánimo así era el sabor de las aguas. Cuando la conquista cristiana, el hada se marchó y lloró por su marcha, pero a la vez disfrutó de la belleza del paisaje, entonces las lágrimas fueron a la fuente y el sabor agridulce fue el que perduró.

Caseta de la Acequia real

Esa es la leyenda, la realidad es que parece que sus aguas proceden de las filtraciones que bajan por el conglomerado del cerro del Sol de la Acequia Real que surte al Generalife y discurre unos metros ladera arriba, una surgencia. Por ello, otro de los nombres populares fue el de la Fuente de las Lágrimas. Los caños que vierten al pilar están desde 1827. Hubo un momento en el que el propio cemento, creo que en la Acequia Real, la dejó sin caudal. El agua parece que hoy es potable de la red. Y más allá del rellano, de la plazuela de la fuente, siguen las veredas sinuosas cerro del Sol arriba.

Otra vista de la explanada de la fuente, a la derecha el Sacromonte

El camino está jalonado en su margen derecha -del camino de ida-, con versos de diversos poetas, cuyas poesías están grabadas en una placas adosadas a unos enormes trozos de mármol que diseñó el arquitecto Antonio Tejedor. La Fundación Albaicín requirió a diversos poetas granadinos para pedirles un poema suyo y la recomendación de alguno de otros poetas. Luis García Montero, Antonio Carvajal, Ángeles Mora, José Carlos Rosales, Justo Navarro y Antonio Muñoz Molina fueron los seis elegidos y estos recomendaron a José Luis Borges, San Juan de la Cruz, Rafael Alberti, Francisco Acuyo, Henry David Thoreau y Emily Dickinson. Doce en total.

Una vista de la catedral desde el camino de vuelta.

Pero he aquí que la subcultura del destrozo, ha marcado las placas de acero inoxidable con pedradas u objetos punzantes y grafiteado horrorosamente los mármoles, como puede verse en las fotografías. Incluso en el de Luis García Montero pintaron amenazas de muerte y le llamaron asesino. Esto desde luego es inevitable y es la firma de lo que no debe ser, es lo negativo de la cultura. Lo contrario del "viva a la muerte" que le espetaron a D. Miguel de Unamuno, sin que se quiera señalar que los grafiteros sean acólitos ideológicos del militar minusválido, ya que en todas partes cuecen habas, aunque Granada... es Granada.

La Abadía del Sacromonte desde el camino

El asesinato de la cultura en la persona de Lorca y la quema del cine Teatro Regio en febrero de 1984 cuando cuando proyectaron el Caso Almería, son dos ejemplos. Un azulejo de la cerámica granadina de Fajaluza decora y recuerda a Ángel Ganivet, encima de la fuente. Es una copia del original que se puso en 1991. Pero no debemos olvidar a Legaza Puchol de Salobreña, autor de la copla, y a que puso voz Antonio Molina que fue lo que más popularidad le dio al paraje y a la fuente.

Fotografía de principios de siglo XX con los borricos aguadores

"Que baja como la nieve,/ el agua del Avellano,/ que baja como la nieve,/ cristalina y con anises,/ fresquita, no hay quién la pruebe,/ el agua del Avellano."


Paseantes aguadores y autoridad a principios del siglo XX

Justo es reconocer que si no es por Conchi no hubiera podido satisfacer mi deseo desde niño de conocer la Fuente del Avellano.

Unos llenado los búcaros y otros marchando

Pascual Madoz en su "Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar" editado en 1850, escribió en su volumen 8  -en el que hablaba de la ciudad de Granada-, sobre la fuente, lo siguiente:

"La Fuente del Avellano ha sido comparada por Chateubriand con la de Vaueluse inmortalizada por Petrarca. Desde la explanada construida en su inmediación se ofrecen a la vista un valle  risueño, una serie muy interrumpida de jardines y casas de recreo, de espesos montes de avellanos, de cabañas pobres, pero de aspecto agradable. La Colegiata del Sacromonte descendía al frente, cual gótica Abadía. Hasta las pendientes de los cerros son fertilizadas por las filtraciones de las acequias, que sus cumbres llevan, y apenas se divisa el suelo, sino álamos corpulentos, frutales, fresca yerba y flores permanentes. 

Tanta frondosidad despierta sensaciones poéticas, creyéndose la imaginación transportada a un rincón de aquel vergel amenísimo, que el génesis nos pinta como obra maravillosa de Dios, para servir de recreación y asilo al padre de los mortales. Como si la Providencia hubiese querido prodigar en estos parajes todos los gérmenes de la vida, nacen en ellos fuentes y arroyos de aguas cristalinas, muy celebrados por su virtud de disipar algunas dolencias, inveteradas; tales son la Agrilla y la Salud. 

Los moradores ofrecen ejemplos de larga edad. El aire purificado con una vegetación lozana, y embalsamado por sus efluvios aromáticos, comunica a la sangre elementos de vida y aleja la muerte del lecho de los moribundos. Los moros africanos venían a este remedio del paraíso y en él desechaban las dolencias contraídas en sus ardientes costas; y el gran cardenal Cisneros, consumido por trabajos arduos, prolongó su vida, recreado en las delicias de los cármenes y aspirando sus aires puros. 

En las huertas que formando escala, se divisan enfrente de la subida que conduce a la fuente del Avellano había jardines y palacios de los reyes y magnates moros, aun quedan vestigios de uno de estos en la casa ruinosa, que subsiste a la derecha del camino del Sacro-Monte, al final de la cuesta del Chapiz, en la huerta llamada del Lavadero. Sobre la fuente del Avellano se lee la inscripción siguiente: 


"Reinando el Sr. D. Fernando VII de Borbón (Q. D. G.), siendo capitán general de esta prov. el Sr. D. José Ignacio Álvarez Campana, y corregidor de esta capital el 5r. Marques de Altamira, la c. de Granada costeó esta obra, comisionando para ella al veinte y cuatro de su ayunt. D. José Marín, año 1830."

LOS POEMAS

He de reconocer que solo tengo diez de los doce señalados, no sé si es que se me han pasado, cosa por otra parte lógica (problemas de DNI) o que no estaban. Tengo que lamentar que los que me faltan son los poemas y placas de Francisco Acuyo y Justo Navarro, los que buscaré por todos sitios para ponerlos.

Antonio Carvajal

POEMA DE VALPARAÍSO
Estallan en la fronda de amor los ruiseñores/ebrios de tanta noche, de tanta melodía./ En el cóncavo cielo se reflejan las flores/ y allí la brisa tenue las riza de alegría./ El agua oculta pulsa sus roncos atanores/ y una lechuza enciende su cruel sabiduría,/ escéptica en el coro de pájaros cantores,/ quieta en el agua ansiosa que va buscando el día./ Sobre la hierba cálida que el rocío aún no moja/ -yerran sus gotas leves por el aire insumiso-/bajo la luna llena, se abre una rosa roja./ Nuestras bocas se besan: la aurora da el aviso/ de un futuro de amores, mientras el sol arroja/ sus primeras semillas en este paraíso./
(Antonio Carvajal)

Rafael Alberti

DE AYER PARA HOY
Después de este desorden impuesto, de esta prisa,/ de esta urgente gramática necesaria en que vivo,/ vuelva a mi toda virgen la palabra precisa,/ virgen el verbo exacto con el justo adjetivo./ Que cuando califique de verde al monte, al prado,/ repitiéndole al cielo su azul como a la mar,/ mi corazón se sienta recién inaugurado/ y mi lengua el inédito asombro de crear./
(Rafael Alberti)


Henry David Thoreau

Nuestras expediciones consisten sólo, en dar una vuelta, y al atardecer volvemos otra vez al lugar familiar del que salimos, donde tenemos el corazón. La mitad del camino no es otra cosa que desandar lo andado. Tal vez tendríamos que prolongar el más breve de los paseos, con un imperecedero espíritu de aventura, para no volver nunca, dispuestos a que sólo regresasen a nuestros afligidos reinos, como reliquias, nuestros corazones embalsamados. Si te sientes dispuesto a abandonar padre y madre, hermano y her¬mana, esposa, hijo y amigos, y a no volver a verlos nunca; si has pagado tus deudas, hecho testamento, puesto en orden todos tus asuntos y eres un hombre libre; si es así, estás lista para una caminata
(Henry David Thoreau)

Emily Dickinson

Si no estuviese viva cuando vuelvan/ los petirrojos, al de la encarnada/ corbata, en mi memoria,/ echadle una migaja./ Y si no os lo pudiera agradecer/ porque profundamente ya me hubiese dormido,/ ¡notaréis que lo intentan/ mis labios de granito!/
(Emily Dickinson)


Antonio Muñoz Molina
  
La calle de mis mejores recuerdos infantiles se llama Fuente de las Risas. En la penumbra de las casas el barro de los canteros y los botijos tenía una superficie prometedora de frialdad, y como el agua era tan trabajosa de obtener se administraba con una precaución en la que había algo de respeto religioso, como el que inducía a nuestras madres a besar el pan que se había caído de la mesa después de recogerlo.
El agua de los veneros de las huertas discurría encauzada por acequias de frescor y de sombras, se labraba la tierra, se alisaba hasta dejarla porosa y sin grumos, se esparcía la simiente o se trasplantaban tallos frágiles de hortalizas, y cuando llegaba el agua por primera vez a los canteros, en el riego del atardecer, se levantaba un olor denso de polvo recién humedecido, de tierra empapada y oscura, en la que ya estaba surgiendo, gracias al agua el misterio de la fertilidad.
(Antonio Muñoz Molina)


José Carlos Rosales
  
CASA ESCONDIDA
Una casa sin dueño, perdida entre los álamos,/ ha dejado que el agua de la lluvia incansable/ habite sus estancias, derribe los aleros./ Un camino rodea la morada sin dueño:/ desconchones y grietas, la polilla callada/ que estará en algún sitio, y el estrago del tiempo/ ocupándolo todo en la casa escondida./ Nadie busca la historia de tanta ruina inútil:/ todos pasan de largo y alguien hace una foto,/ sólo el agua se queda sin hacerse preguntas./
(José Carlos Rosales)


Ángeles Mora

SUMMERTIME
Compañera del Río./ Vecina de la higuera./ Equilibrista en el árbol/ que acerca las orillas./ Amiga de la arena/ y del mosquito,/ de la zarzamora/ visitante en el huerto prohibido,/ con la venia del sol/ y del durazno./ Exploradora del cañaveral./ Desaliñada, ay,/ tú, luminosa./
(Ángeles Mora)

Juan de la Cruz

¡Oh, cristalina fuente,/ si en estos tus semblantes plateados/ formases de repente/ los ojos deseados/ que tengo en mis entrañas dibujados!/
(Juan de la Cruz)


Jorge Luis Borges

LAS COSAS
El bastón, las monedas, el llavero,/ la dócil cerradura, las tardías/ notas que no leerán los   pocos días/ que me quedan, los naipes y el tablero,/ un libro y en sus páginas la ajada/ violeta, monumento de una tarde/ sin duda inolvidable y ya olvidada,/ el rojo espejo occidental en que arde/ una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,/ láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,/ nos sirven como tácitos esclavos,/ ciegas y extrañamente sigilosas!/ Durarán más allá de nuestro olvido;/ no sabrán nunca que nos hemos ido./ 
(Jorge Luis Borges)

Luis García Montero

CONTIGO
En estas soledades,/ aprende los secretos/ del agua y de los árboles./ Cuando mires al fondo,/ descubre tu mirada,/ el color de tus ojos./ Si la fuente te ha dicho/ lo que nunca escuchaste/ en medio de los gritos,/ a la ciudad regresa/ con todas tus palabras./ Que los demás te esperan./ 
(Luis García Montero)


   

Fotografías del autor, de la Internet y de Bing.
Bibliografía de Internet