viernes, 14 de junio de 2019

MESONEROS-CANCHUELA-JAROSA-MESONEROS

El perfil de la circular de hoy

Recorrimos el día trece (hoy es plural real, no literario, porque he hecho el recorrido con J. Ramírez), Vereda de Mesoneros hasta los Baldíos de Pedrajas, y cuando llegamos al cruce, junto al Cerro de las Cruces, bajamos por la Canchuela, porque en muchos planos consultados, a pesar de los errores de bulto del raster del IGN, ese sendero es la Vereda de la Canchuela hasta el Guadarromán. Los Baldíos son una sucesión de cotas superiores a los cuatrocientos metros, siete concretamente, que sí que si estuviéramos en Nepal estaríamos hablando de otros lópez, pero estamos en Córdoba, y nuestras alturas, nuestro techo, no llega a los setecientos metros en el mejor de los casos.

La bajada desde los Baldíos de Pedrajas

Los toros en su cercado expectantes

El perfil casi vertical de la bajada de la Canchuela

Eso sí, los escasos seiscientos metros desde el cruce de Los Baldíos hasta el casi río Guadarromán, tienen un desnivel superior en tramos al 20%. La bajada estuvo amenizada por el mugir de unos machos vacunos, posiblemente con exceso de testosterona. Como no conocíamos el sendero, no sabíamos que nos íbamos a encontrar, y aunque pajunos los toros son toros y por nuestras venas... de sangre torera nada de nada. Nunca está de más la precaución con los toros pajunos, no son animales que cuando están en manada hagan nada, otra cosa son las hembras paridas. Respecto de los bravos, tengo el recuerdo del paso por la ganadería del cortijo del Fijo, camino de Munigua, aunque a lo mejor ese día hubo suerte.

El prado del valle del Guadarromán

Los periquitos a todo trapo

El camino erróneo por nuestra parte

La realidad es que la manada estaba en lo suyo y dentro de su cercado, como no podía ser de otra manera. Al pasar por su lado tuvimos, por lo menos yo, la sensación de que éramos la curiosidad de todos ellos que nos miraban fijamente. Cruzamos el río Guadarromán o Río de los Granados, que ya lo cita Fernando III, en 1241. Luego, después de que Castilla asentara sus posaderas en estas tierras, las mismas fueron repartidas a las familias del propio Fernando III, que luego fue Santo, la cita fue con el estilo literario como se reflejaban los territorios en el "Libro de la Montería" de Alfonso XI, que le escribirían bastantes “negros”. Parece que algunos ballesteros de la conquista, tuvieron terrenos de los alrededores del río, como Gonzalo Fernández de Montemayor, que los adehesó en 1379.

El ancho camino de la finca

El caserío

Otra vista del caserío

Cruzamos el río, que trae poca agua, casi ninguna, cuando ha sido muy importante, incluso su pesca, por la facilidad que tenía para que entrara en él la del Guadalquivir, hasta el extremo que los que “miraban al cielo sin dejar de hacerlo para el suelo”, los Jerónimos, pusieran el impuesto a sus capturas. Lo que denotaba su riqueza y su importancia. Pero nosotros no seguimos al frente, sino a la derecha, por un ancho camino, hasta que nos dijeron que estábamos en zona privada, que había que haber subido al frente desde el río y dado un gran rodeo. Reconocimos nuestro error y nos permitieron seguir hasta volver a encontrar el camino que señalan algunos mapas como CP-159.

La señalética

Ya en el camino público

Más camino

Estábamos en La Jarosa, que gracias a los periquitos y al agua era un vergel la dehesa y el valle que configuran las tierras del Guadarromán, las que dieron a los ballesteros y al Sr. Fernández de Montemayor. Creo que la piscifactoría no funcionó mucho, pero allí estaba, y la categoría de su cortijada, con visos de haber sido importante. Quien tuvo retuvo desde luego, aunque la ruina lo aje un poco. Ya en ruta seguimos buscando nuevamente la Vereda de Mesoneros, en lugar de salir a la carretera de Trassierra. Un jabalí se levantó de su cama violentamente, no se fiaba de nosotros. 

 La cola del embalse de la Jarosa

Más señalética y un paso canadiense

El macho en el camino

Luego los terrenos del Rosal y su llano, y sus toros, un viejo macho puso nuevamente en jaque nuestra templanza pues era el dueño del camino fuera de su cercado. Se arrimó a nuestro paso a su querencia y no hizo ningún ademan que hubiera permitido que se escurriera después, como dice el chiste. A la derecha el camino a la fuente de la Teja, y la teoría interesante del profesor Recio respecto a sus aguas, encontrada con la de otro y otros eruditos que siguen las tesis del segundo. El bar sin monos, que es donde teníamos el vehículo y una docena de kilómetros entre pecho y espalda, por un territorio precioso con mucha historia.

Fotos del autor y de Wikiloc

3 comentarios :

Canario dijo...

Buena ruta Paco, a esa bajada del 20% le llamamos algunos ciclistas "El Cabronazo", por razones obvias cuando la subes (hace tiempo que no tengo forma suficiente para hacerlo montado).
Al cruzar el Guadarroman como vosotros, parece que el "proyecto de Vereda", según nos contó hace años un guarda, seguía justo de frente, por dónde ahora hay como un doble vallado que te encamina a un collado, y que por ahora está cerrado con una cancela. Esa parte que es muy bonita acaba llevándote tras algún desvío al Pozo de Las Cruces.
La propiedad, que son amables y amigables, nos pidieron que por ahora siguiéramos utilizando el camino de siempre, que efectivamente gira a la izquierda en una pequeña cancela antes del caserón en ruinas de tus fotos, y te conduce por una vaguada muy bonita por detrás de la casa de la finca, también hasta el Pozo de las Cruces.
La referencia para esa cancelita a la izquierda es cuando a tu derecha ves un pequeño puente muy antiguo de un solo ojo. Luego ya no tiene perdida siguiendo lo pisado, es una ruta muy ciclista.
Si te interesa debo tener el track de alguna salida.

Un saludo!

Paco Muñoz dijo...

Muchas gracias Paco, el cabronazo vaya tela, como conoces el territorio si me interesa el travieso, todo lo que sea aprender. Es muy interesante todo lo que comentas. Un fuerte abrazo

Paco Muñoz dijo...

Paco el corrector ha interpretado track por travieso, travieso el corrector. Un abrazo